Primera parte

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Era confuso. Su mente formuló una maraña de imágenes de su niñez sin ningún tipo de orden en particular, nada nítido. No era capaz de explicarlo, pero algo le hacía creer que ya se había encontrado antes con aquella criatura de brillante pelaje oscuro, y le inquietaba el hecho de no recordar. Con calculado sigilo y sin detenerse a pensar en lo que hacía, avanzó un par de pasos. Había visto que el animal no mostraba ninguna reacción a su acercamiento, de modo que continuó aproximándose a él, estirando un brazo con la mano extendida al frente.

—KyungSoo, la abuela dice que la cena ya está lista, quiere que entres ahora.

Frunció con suavidad sus dedos, los cuales estaban ya a tan sólo centímetros de rozar el pelaje negro del lobo. La voz de su primo menor se había hecho oír tan repentinamente que el animal, azarado, retrocedió y se escabulló de vuelta entre los matorrales. KyungSoo se giró, se encontraba medio cohibido debido a la situación de la que acababa de ser partícipe. TaeWoo estaba parado a unos metros de distancia con el rostro adormilado mientras se tallaba con el brazo los ojos enrojecidos, seguramente por su reciente siesta. Al menos tenía la certeza de que no había visto nada, aquello le tranquilizaba.

Echó un último vistazo fugaz hacia el camino por el cual el lobo se había marchado instantes atrás. La avasallante oscuridad no le permitía ver más allá de los árboles más próximos, aunque estaba seguro que de haber estado iluminado, el lobo ya estaría lo suficiente lejos.

Empujó a su primo por los hombros y entró junto a él.

—Vamos, tengo hambre.

Por lo general, las cenas en familia significaban pasar un momento agradable y acogedor en compañía de todos. El ambiente se colmaba en aquellos instantes de risas y anécdotas, sin embargo aquella fue la excepción. Su mano trazaba un camino automático con los palillos desde su plato hasta su boca, luego de vuelta. Masticaba lentamente sin saborear la comida, pues sus pensamientos vagaban por algún sitio lejos de allí. Los adultos estaban tan enfrascados en su conversación que no prestaron atención a su inusual comportamiento, pero TaeMin, su primo, comenzaba a hacer las cosas más difíciles de lo que ya eran.

El chico, sentado justo a su lado derecho, no cesaba de parlotear y formular preguntas dirigidas a él. Él y TaeMin no se conocían lo suficiente como para ser considerados cercanos. De hecho se habían visto por primera vez apenas tres años atrás y luego de eso, sus encuentros fueron poco recurrentes, puesto que la familia de su tía residía permanentemente en Japón. No obstante, el chico permanecía tan alegre y cándido y o paró de molestarlo en todo lo que duró la cena.

KyungSoo no podía quejarse a pesar de los insistentes intentos de TaeMin por hacerle hablar, ya que sabía que el chico simplemente quería charlar con alguien de su edad, pero él estaba tan acostumbrado a pasar sus días solo que el ruido en cierta parte le agobiaba.

Al final de la noche, cerca de las doce, cada uno se enlistó para irse a descansar. La distribución estaba planeada de esta manera: en una cama su tía y abuela dormirían juntas, en la otra sus padres y la última la compartirían él y sus dos primos. La cama era espaciosa y ellos lo suficientemente delgados para caber a la perfección.

A pesar de que no podía moverse demasiado, así estaba cómodo. Se hallaba acostado en una de las orillas, cubierto por la misma cobija que tapaba a los otros dos chicos.

—¿Te ocurrió algo? —escuchó que TaeMin cuestionaba una vez que los demás ya habían cerrado los ojos.

Estaba de espaldas, de manera que tuvo que girarse para verle a la cara. Se apoyó sobre el costado de su cuerpo y echó una mirada por encima de TaeWoo, quien se encontraba en medio de ellos dos. El rostro de TaeMin estaba iluminado por la luz que lanzaban las llamaradas de la chimenea, él mismo podía sentir en sus mejillas el calor irradiado por el fuego.

El chico y el lobo (Secuela de "El niño y el lobo) / KaiSoo fanficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora