Nunca había estado en el puesto de mando de la división. el primer dia, al llegar, orgulloso, valiente decidido a ganar una medalla. lo había visto de lejos. entraban y salían oficiales cargados de galones y condecoraciones, distinguidos, superiores.los hombres que debían llevarlos a la victoria con pasión o a la derrota con honor, aunque les habían dicho que la derrota no existía, que no era una palabra que estuviese en el diccionario de su país ni en el código de su ejército.
ahora veía a los oficiales cerca.
dos generales, cinco coroneles, una docena de comandantes y capitanes y.....
estaban reunidos alrededor de una mesa, estudiando unos mapas. rostros graves.
-cierra los ojos- le pidió la niña.
-¿por qué?
-oirás el rumor de sus palabras, el eco de cuanto han dicho antes de iniciarse la batalla. todavía flota en estas paredes. puedes escucharlo si tu quieres.
apretó fuerte la mano de la niña. no la había soltado desde que salieron del lugar en el que iba a morir.
-no te vayas- le pidió.
-no me iré- le prometió ella.
cerró los ojos.
y al instante, sonaron las voces, en tropel. voces duras, fuertes, implacables, decisorias. voces sin réplica, de mando, marciales. voces de hombres iluminados , saturados de orgullo, invadidos de heroísmo, ebrios de fuerza. voces y más voces dominando el aire.
hasta que logró discernir unas. y una conversación.
discusión.
-¡debemos atacar!
-¡llevamos dos meses estancados, ellos y nosotros!
-¡nos piden que lo hagamos! ¡nos lo exigen!
-¿con que?
-nuestros soldados son héroes. ¡lucharán con uñas y dientes si es necesario!
-¡y ellos también!
-pero la batalla decisiva se está librando en otra parte, lejos. a nadie le importa ya lo que suceda aquí.
-eso no lo saben nuestros hombres. no podemos decírselo. aquí han muerto sus camaradas. ¡no podemos retroceder! ¡ellos quieren conquistar la gloria ganar su batalla!
-¿qué podemos hacer?
-conquistar la colonia. un ataque total.
-será un suicidio.
-pero levantara la moral de nuestro glorioso ejército.tanto como si lo logramos como si no.
-¿cuantos caeran?
-entre 70 y 80% de todos ellos.
- es un precio razonable.
-¿razonable? la colonia es tan irrelevante como la batalla ¿porque no nos vamos todos, ellos y nosotros?
silencio.
aquella voz había sido una voz débil, pequeña, nueva entre las voces más fuertes.
-¿quiere que le haga fusilar, capitán?
-no, señor
-de acuerdo entonces mañana por la mañana atacaremos la colonia, y no cejaremos hasta el último de nuestros soldados ponga nuestra bandera en ella o muera en el intento. ¡el alto mando está orgulloso de nosotros!
-¡ese es el espíritu!
el espíritu.
el soldado abrió los ojos.
las voces dejaron de sonar.
el grupo de generales, coroneles, comandantes y demás oficiales seguían inmóviles rodeando la mesa de los mapas.
-¿querías ganar <<tu>> batalla?-preguntó la niña.
-yo no tengo ninguna batalla.
-¿os dijeron que ibais a morir por nada, por una colina inútil?
el soldado bajó la cabeza.
-yo luchaba por la verdad-exhalo.
-la verdad tiene dos caras.
la niña tiró de él.
sin apenas darse cuenta se encontró fuera del puesto de mando, y ya muy lejos de allí.
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