El Origen

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- Mírala es ella.

- No me lo puedo creer aún sigue aquí -susurraban a mi espalda, aunque las escuchaba perfectamente, algunas chicas de mi universidad después de que tras el último alboroto no fuese expulsada.

Era algo que solía ocurrir la verdad, puede que por mi culpa, pero es algo que nunca admitiré ante nadie.


Desde que tengo memoria mi vida siempre fue así. En cuanto te ganas una fama no puedes huir de ella o cambiarla, aunque si yo no he cambiado a lo largo de estos años tampoco esperaba que los rumores sobre mi y los cotilleos si lo hiciesen.

No recuerdo bien cuando comenzó esto.


Años atrás

- ¡Mama,mama! Fue ella, ella me empujó de la escalera -estábamos en un parque hace muchos años, yo solo era una niña pequeña pero esa mocosa que agarraba a su madre de la chaqueta y me señalaba con el dedo lo era aún mas, con mis pocos amigos y mi mala fama ya a esa edad, su madre no tardo en creerla.

- No me lo puedo creer como puedes hacerle eso a una niña pequeña, aunque no me extraña viniendo de una Tremain.

Como no, mi apellido me define al parecer, y además ¿pequeña? No debía de ser así cuando mentía tan fácilmente, me gire sin hacerle el mas mínimo caso y escuché como la niña le pedía a su madre un dulce por que tenía un rasguño en la rodilla.

Esa enana mentirosa se tiró desde los peldaños de la escalera de madera del tobogán del parque.

Tan sólo había subido dos y cuando pisó el tercero se detuvo para colocarse bien una estúpida diadema, fue entonces cuando le dije que acabase rápido por que estaba esperando detrás de ella y entonces se giró para mirarme con mala cara y tirarse al suelo a llorar. Hace tiempo que decidí no hacer caso a gente así por lo que desechando la idea de subir al tobogán volví al lado de mi tía que de manera pausada pasaba las paginas de un libro "1894 - George Orwell" sentada en un banco, no tenía planeado leerlo pero cuando me senté a su lado miré las paginas de reojo mientras balanceaba las piernas, aún era tan baja que no alcanzaba el suelo.


Sabía que mi tía lo había visto todo.


- ¿Estás bien? -me preguntó con una suave sonrisa sin levantar la vista del libro.

- Si, no es como si me importase lo que dice esa señora.

- Bueno -antes de responderme coloca un marca paginas en su libro y lo cierra para después dejarlo en su regazo con tranquilidad, tras eso dice- podrías haberle explicado lo que a ocurrido.

- ¿De verdad crees que escucharía a una niña pequeña? -le pregunto dudosa.

- Eres mas razonable de lo común a tu edad, te habría bastado con explicarte bien.

- Vale cambiaré mi pregunta,¿de verdad crees que escucharía a una Tremain?

- Cariño -mi tía cambia su postura en el banco para mirarme de frente y frotar mi brazos con sus cálidas manos- nunca jamás, permitas que te juzguen por tu familia,y si te encuentras a alguien así demuéstrales lo equivocados que están.

- De acuerdo -le dije no muy convencida.


Eso fue lo que me propuse cuando era pequeña, no permitir que me juzgasen, y si lo hacían demostrarles quien era la chica llamada Narissa, no la nieta de Tremain.

Estoy bastante segura de que rompí mi promesa hace tiempo, cuando comencé a parecer a mi abuelo, a Tremain, y mi tía ya lo sabía de sobra aunque siga siendo tan compasiva conmigo como siempre.





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