Pestañeo simultáneamente, queriendo no haber escuchado, o nacido. ¿Parecerme a ella? Podría ser, pero es ella la que me instruyó a ser así, se supone que los hijos son el reflejos de sus padres, ¿de su crianza? Pues mi madre era una perra descerebrada. No me enorgullece, ni tampoco me cuesta admitirlo. Pero cada cambio que vivimos cuando yo apenas sabía lo que le sucedía -lo que conllevaba que a mí también me sucediera- me dejó con un agrio sabor de mi vida, y además era lo suficientemente lista y curiosa como para ver con mis propios ojos que nuestra vida era una mierda. Cosa que considero extraña, porque ella no podía verlo como yo si podía hacerlo.
El simple hecho de que yo arremeta contra nuestra vida pasada (?) en mi mente, no me promete no hacer eso en un futuro próximo (pues mi madre me tuvo a los 22 años cuando aparecí en la ecografía y me mostré de una vez por todas dentro de su vientre) Ni me imagino cómo se habrá sentido. Es por esto que me preocupo bastante a la hora de enrollarme con chicos.
-¿Por qué te las arreglas para hacer que yo siempre parezca la culpable de todo? Créeme que me repugnas cuando te haces la víctima, Anne-la tuteo, como si fuese una desconocida. Cierro los ojos y cuento hasta 3, hasta que su voz desgastada haga que abra mis ojos para ver su repetido rostro que tanto veo cada vez que me miro al espejo.
-No he venido a pelear; quiero arreglarlo todo, por mucho que te disguste tenerme cerca. Aún tenemos esta oportunidad y estás obligada a tomarla. Te veo luego, ¿vale?-da un beso a la palma de su mano y posteriormente la poza sobre mi muslo derecho, dobla la esquina de la camilla hacia la izquierda y da un par de pasos hasta la puerta, donde se da vuelta una última vez antes de dejarme sin oportunidad de responderle o de quejarme. O de ambas. Bufo y trato de golpear el borde de la camilla con mis pies, pero en el estado en que están prefiero dejarlos tranquilos y que se recuperen, y tengo la severa convicción de que si hago el esfuerzo de moverlos, no lo harán. Me quedo quieta, con ambos puños agarrados a la barandilla de los costados, mirando hacia todos lados como una loca que desea soltar algo que arremete contra su tranquilidad interior. Doy un grito grave de rabia, sonado aún más desquiciada de lo que realmente me veo. Y no me calmo hasta que lo veo.
-Hola-me quedo petrificada ante su repentina aparición bajo el umbral de la puerta. La cierra y deja soltar un soplido de tranquilidad al verme, acercándose rápidamente a mi, extendiendo sus brazos y sus labios en busca de los míos. No reacciono. Solo dejo que me abrace y que me bese de un tirón, sin la noción de que está aquí.
-Downey. Jack-digo entre dientes, haciendo una pausa algo larga-¿qué demonios haces aquí? Vete-le Indico con los dedos la puerta-, ahí está la puerta, la que cruzaste sin autorización de mi doctor.-recalco la palabra "mi"..., con un leve tiritón de manos que me pone en evidencia. Que pone sobre la mesa mis cartas, mis sentimientos, y todo mi rencor.
-Pero Lucy..., he venido a verte. Solo viajé para asegurarme de que estuvieras bien-toma mi mano y la besa. Ahora sí reaccionó y la arranco de entre sus labios mojados.
-¿Ah sí? Viniste a verme para luego llevarme contigo? ¿Como dijiste que harías la última vez que nos vimos? Eres un idiota Downey-le reprocho todo. Y gran parte de ello sigue dentro de mi cabeza; de mi corazón, esperando explotar y salir hacia mundo exterior, lugar donde debería estar en vez de acumularse dentro de mí como una masa negra que me persigue.
-No. Esta vez es diferente. Haz escuchado el famoso dicho que dice "¿no sabes lo que tienes hasta que lo pierdes?" Pues a mí me cayó como pie al zapato-me sonríe, acariciando mi cabello sobre mi frente. Lo miro con la boca abierta, sacudiendo mi cabeza a modo de negación y rabia.
-Tú no me perdiste, me abandonaste por opción propia, que es bastante diferente a que yo me haya negado a seguir contigo. Eres un patán, ¿sabes? No hay día en que no te desprecie por lo que me hiciste. Te odio. Y más que a nada en el mundo-concluyo mi frase, con la voz cortada, deseando poder llorar, como las tantas veces que lo hice por es inútil. Pero sé que no puedo mostrarme débil frente a él, y así dejándole en claro que aún tengo sentimientos encontrados hacia su persona. Presiono la mandíbula, forzando mis ojos para que pestañeen rápidamente y no dejen caer lágrimas, las cuales se acumulan poco a poco. Pero salgo victoriosa. Y no por mérito mío. Justo en el preciso momento en que siento en que me voy a desplomar en la camilla, aparece el doctor y salva mi vida. Jack se da vuelta de inmediato y lo mira asustado, levantando su mirada hacia la puerta y yéndose del lugar en cuanto McAuliffe le dice:
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Such a beautiful love
Romance-Me sentía como uno de esos globitos de helio atado a la superficie con una piedra. La más pesada del mundo. No podía alcanzar mi metas y mi destino, porque el peso de la superficie era tan grande que no podía luchar e ir en contra de la gravedad co...