Hojas sesgas

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Durante algunos años fui diferente,
o fui el mismo. Evoqué principados, viles ejecutorias
o victoria sin par. Tristeza siempre.
Amé a quienes no quise. Y desamé a quienes tuve.
Muralla fuera el mar, quizá puente ligero.
No sé si conocí o si aprendí a ignorarme.
Si respeté a los peces, plata viva en las horas, o intenté domeñar a la luz. Aquí palabras muertas.
Me levanté con enardecimiento, callé con sobra, y tarde.
Ávidamente ardí. Canté ceniza.
Y si metí en el agua un rostro no me reconocí.
Narciso es triste.
Referí circunstancia. Imprequé a las esferas y serví la materia de su música vana con ademán intenso, sin saber si existía.
Entre las multitudes quise beber su sombra como quien bebe el agua de un desierto engañoso.
Palmeras... Sí, yo canto... Pero nadie escuchaba.
Las dunas, las arenas palpitaban sin sueño.
Falaz escucho a veces una sombra corriendo por un cuerpo creído. O escupo a solas. Quémate.
Porque yo no me quemo. Dormir, dormir... Ah, acábate.

Blog De Una IncomprendidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora