Deux

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Esta vez sí me levante más malhumorada que la primera vez, ya que el sol se coló por mis ojos dejándome como una ciega parcial, aquel destello de halo me recordó que estaba en un hospital, y que no entendía como había llegado ni mucho menos que me había sucedido.

En cuanto intente apretar el comunicador con la enfermera la puerta se abrió dejando pasar a un hombre con cabello canoso vestido formal con unos costosos lentes de sol.

- Como estas, rayito de sol?–Dijo acercándose a mí.

Mi padre me decía así desde que tenía memoria, el apodo venía por mis rizos dorados los cuales, según él, se asemejaban a los de los rayos de sol.

- Realmente quieres que te lo conteste?–Pregunte enojada.

- Los doctores me han dicho que tuvieron que retenerte en la noche–Comento ignorando mi estado anímico.– Han tenido que suturarte la ceja izquierda, ponerle yeso a tu pierna para evitar la casi fractura y bueno suministrarte cosas para el dolor.

- Qué paso?–Pregunte más calmada luego de toda la explicación.

- Te han atropellado–Contesto– Y él chico que lo hizo sigue esperando en la sala de espera para poder hablar contigo, pero no te preocupes rayito de sol ya he hablado con Víctor y él se encargará de todo.

- Dile que pase.

- Qué dices, cariño?–Me miro estupefacto.–No es necesario que hables con ese tipo de gente.

- Dije, dile que pase–Conteste sumamente seria.

Mi padre me miro dudoso para luego salir de la habitación, y volver a los pocos segundos con un chico que le supera en altura. En cuanto entro le pidió sí este podía retirarse, y pese a que mi padre me miro con incredulidad yo le insistí.

Su cabello estaba despeinado, y su ropa un tanto roñosa pero aun así lucía bien. Su atuendo me al de un rock star, deje de divagar en su atuendo para encontrarme con sus ojos grises.

El choque de nuestras miradas hizo que me sintiera más pequeña, sintiendo que la garganta se me volvía más rasposa y apretada, a ese chico le había visto pero no recordaba de dónde.

La duda permaneció unos segundos más hasta que mis neuronas decidieron trabajar para ahora recordar que le conocía del arrebato de ayer por la noche.

- Mira... Todo lo que sucedió ayer me tiene aún un poco consternado, verte ahí tendida en el suelo tan delicada...–Murmuro para luego toser brevemente– Y bueno, las sillas de los hospitales no son las más cómodas por cierto–Río torpemente.–Quiero pedirte disculpa porque realmente no te vi cruzar, justo estaba viendo unos mensajes en el celular y bueno...

- Me atropellaste–Concluí.

- No fue tan así–Cuestiono llevando su brazo a su cuello luciendo nervioso.–Técnicamente no lo fue, yo cruce con verde y tu cruzaste con rojo, la verdad es que no sé lo has estado pensando para abalanzarte en mi auto.

- Me estas echando la culpa? Tú has dicho que estabas mirando el teléfono en vez de mirar la calle por la cual conducías–Increpe.

El chico frunció su ceño para luego reírse de manera breve y responder.

- No juegues conmigo, soy abogado, sé de esto... Y pese a que no debí haber estado mirando el teléfono yo sí cruce con verde–Hablo más fuerte.– Por lo que ahora, iremos al juzgado, declararemos y yo no te demandaré de vuelta, pese a que debería por como quedó mi auto–Se quejó en voz baja.

El accidente perfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora