Quatre

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Siendo sincera, luego de la llamada de Víctor intente con todos mis ánimos deshacerme de German pero sí algo había comprendido era que ese chico tenía muy buenos argumentos cuando se ponía a la defensiva. Propio de su profesión, supongo porque cuando saco en cara de mi penoso estado etílico cuando me atropello enseguida accedí con tal de que no lo siguiese comentando.

Habíamos llegado a mi departamento y pese a que insistí tomar una bolsa él me lo impidió y para cuando abrí la puerta este entro todo animado dirigiéndose a la cocina, ya que era estilo americano y no llevaba puerta, estaba a simple vista de la entrada.

- Qué puedo decir... Tienes un toque bastante hogareño, gruñona–Se burló mientras apoyaba las bolsas–Me lo imaginaba más típico colegiala desordenada.

- Gracias?–Respondí irónica.

- Oh, no te ofendas...A diferencia de mí, yo sí que soy un desordenado–Se volteo dándome una gran sonrisa.

- Un típico colegial desordenado?–Fruncí el ceño acercándome.

- Exactamente–Cogió de mi cintura pero le quite de encima para luego ir tras la bolsa.

- Bien, el baño esta acá a la izquierda por sí lo necesitas... Yo me pondré a hacer las pastas y poner la mesa para servir...

- Eso lo hago yo, cariño–Contesto–Y sí, necesito el baño.

Beso cortamente mi mejilla y pese a que intente reñirle se fue de allí como sí fuese un niño de ocho años que le gusta por primera vez una niña.

Algo agobiado por todo lo que había pasado en menos de una hora comencé a coser en agua hirviendo la pasta. La verdad es que en el supermercado cuando se ofreció a ir por la botella de vino pensé que se trataba de un plan de escape, ya habían pasado unos quince minutos y no aparecía pero cuando ya había terminado de pagar todo llego corriendo hasta a mí con esa típica sonrisa de chico sexy, definitivamente él sabía que la tenía puesto que su guiño en el ojo fue inmediato.

Había cortado la llamada de Víctor, por primera vez luego de diez años de prácticamente devoción hacia él, lo había ignorado. Cosas raras pasaban en mí mundo y más raro aún era estar cocinándole a un chico que no fuera mi novio de toda la vida.

- Definitivamente es un progreso–Suspire dejando el ultimo ingrediente en la salsa y comenzar a revolverla.

- Qué es un progreso? No enojarte conmigo en más de cinco minutos?–Su voz me sobresalto y con un leve brinco apoye mal el pie para ahora estar algo recostada en la encimera.–Estas segura que tu doctor ha autorizado esto?–Apunto el yeso y yo asentí adolorida.–Tiene mala pinta.

Pese a que debía tener algún tipo de gesto preocupado parecía más bien mirando mi pierna por lo que automáticamente me puse a la defensiva.

- Me estás diciendo que me veo mal?!–Exclame avergonzada y enojada mientras intentaba bajar el vestido. Sabía que no debía ponérmelo, a Víctor nunca le habían gustado los vestidos por encima de la rodilla.

- Por eso decía que no podíamos cumplir un record de que no me riñas por más de cinco minutos–Bufo.–Y no, considero que te ves muy muy sexy hoy.

- Sexy?–Fruncí el ceño–Jamás me habían dicho eso.

- Oh, tiene que ser una broma–Me di cuenta que lo había dicho en voz alta por lo que permanecí ruborizada mientras sus ojos grises se ampliaban al entender que era cierto–Con qué tipos sales, cariño?

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⏰ Última actualización: Mar 26, 2016 ⏰

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