Poemas de un pequeño autor

Fruto de mi imaginación

Tu foto en un cuadro,
encuadernado en el cuaderno
donde guardo tus recuerdos.
Reflejando el pasado,
pesado,
como los pasos con los que piso el camino de tus brazos
hasta tu cuello.

Arañas mi cara,
queriendo encontrar mi espejo
y poder ver tu reflejo.
Con pintadas de barras de labios
que te dicen que estoy lejos.
Dibujos de corazones estrellados,
flores sin jarrones tiradas en el suelo
a la altura de tus tacones.

La tinta de mi pluma trazando tu figura,
dibujando tus sonrisas
y tus miradas de acupuntura.

Tu sombra, pintada con pintura blanca.
Y tu cara con reflejos del alba.
Tu escultura de marfil
con gotas de carmín
y sangre.
coloreando tu pelo de mimbre,
limpiando tu boca de alambre,
oxidada,
por el aire de mi aliento
cuando me acerco a explorar tu espalda,
escalonada.

Tus ojos,
entre los paréntesis de tus pómulos,
luminosos,
rayados por las lágrimas
que se agarran a tus pestañas,
intentando no bajar por tus mejillas sonrosadas.

Observando tu cintura,
por donde se pasean los minutos
columpiándose en los columpios de tus caderas.
Corriendo en las praderas de tu vientre
hasta llegar a tus suaves piernas.

Subiendo por tus rodillas
y bajando por la loma de tus espinillas,
para llegar a tus pies
y hacerte cosquillas
hasta que te rías de placer.

Mi sombra y tu noche se unirán,
desataré tu broche con los ojos cerrados
Sentiré tus latidos en mi pecho
y, dicho y hecho,
habré hecho lo que nadie hizo:
Imaginarme un día contigo
bajo mi techo.

Sin haber tocado ni piel ni hueso.
Besando a las paredes
y riendo,
mientras tiendo tus mensajes
en las cuerdas del olvido
de mis adentros.