LOS CHIMPANCÉS NO MIRAN A LOS OJOS
Ema nunca había logrado socializar. Tenía 15 años, era flaca, alta, con pelo rubio y ojos celestes que apenas se veían ya que su pelo despeinado tapaba su frente y parte de los ojos. Comía poco y no tenía amigos. No iba al colegio, comía muy poco, y apenas salía de su casa. Esto era, aunque Ema no lo aceptaba, porque cuando se mudaron de La Plata a Buenos Aires, ella había perdido a todos sus amigos ya que apenas se veían, y Ema estaba deprimida.Pero un día todo cambió.
Ema estaba viendo televisión cuando su mamá se acercó y le empezó a hablar. Ema no entendió mucho de lo que decía su mamá, tampoco le interesaba. Su madre le hablaba de un zoológico al cual podías ir, cuidar los animales y juntarte con otras personas de tu edad. Ema no quería salir de la casa, pero sabía que si le decía que no, su mamá iba a seguir insistiendo, así que aceptó. Su mamá se alegró y empezó a hablarle de todos los detalles. La semana que viene iba a empezar, iba a trabajar con los chimpancés, y durante el primer mes iba a trabajar con Cecilia, la cual la iba a supervisar y enseñar cómo cuidar los chimpancés. Una vez terminado el primer mes, iba a elegir con qué animales trabajar.
La semana siguiente llegaron al zoológico a las diez en punto. Cecilia estaba esperando en la puerta para guiar a Ema al sector de los chimpancés. Cecilia era bajita, tenía el pelo castaño, una tez morena y unos ojos oscuros como la noche. Rápidamente fueron a la zona de los chimpancés. Los chimpancés, Pedro, Juancho, Wilson y Nina, estaban comiendo unas frutas, excepto por Nina, la cual estaba tomando leche de una mamadera que había dejado Cecilia para que ella tome. Ema se detuvo a mirarla, fijamente a los ojos, pero Nina no la miraba, movía nerviosamente, evitándola, mientras Ema se acercaba, lentamente. Ese fue el peor error de Ema. Nina enloqueció, y atacó a Ema. Ella no pudo defenderse, intentó correr, pero Nina era más rápida.
Cecilia logró separar a Ema de Nina, y le explicó que Nina la había atacado porque solo le agradaban las personas que llevaban comida.
Ese día Ema volvió triste a su casa, pero con una meta: agradarle a Nina. Con esa meta, Ema siguió yendo al zoológico durante un mes. Siempre se acercaba a Nina con algo de leche o un poco de fruta.
Un día, Cecilia se le acercó a Ema y le dijo: _ A pasado un mes, y ahora debes elegir que animal cuidar. Si decides quedarte con los chimpancés debes pasar una prueba, debes acercarte a Nina... ¡sin comida!_
Ema decidió quedarse con los chimpancés, y estaba preparada. Había pasado un mes con Nina, estaba segura de que ella la aceptaría.
Ema llegó al zoológico al día siguiente, estaba nerviosa, pero se sentía lista. Entró a la sala y Cecilia estaba ahí, esperándola. _Hola_ dijo Cecilia, _ ¿estás lista?_
_Sí_ respondió Ema.
Cecilia abrió la puerta y allí, en el medio del hábitat de los chimpancés, estaba Nina, sola. El resto de los chimpancés estaban en sus jaulas particulares. Ema entró al hábitat, caminando lentamente, mirando a Nina fijo a los ojos. Al principio Nina no le prestó atención, pero luego empezó a mirarla a Ema a los ojos, sin moverse. Ema se dio cuenta de que Nina no la miraba nerviosa, sino que le estaba dando una mirada simpática. Ema se quedó inmóvil de la emoción. Luego de estar varios minutos mirándose a los ojos, sin moverse, ambas empezaron a acercarse, y finalmente Nina estiró los brazos hacia Ema y ella la alzó. Gracias a esto Ema logró quedarse en el zoológico con los chimpancés.
Pero no solo logró quedarse con los chimpancés, sino que además, Ema empezó a comer, a salir de su casa a caminar por las tardes, y a ir al colegio, en donde hizo nuevas amigas. Sus padres también se pusieron felices, ya que su hija por fin había logrado superar la mudanza.
FIN
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Cuentos de todo
AdventureAquí les dejo cuentitos y obras que escribí en el colegio, hay de todos los géneros