3. JO-DE-TE

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                                                                                                 PARTE II

Suena la alarma. 7:00 am. La apago. Vuelve a sonar. 7:15 am. La vuelvo a apagar. Por tercera y última vez vuelve a sonar. 7:30 am. La vuelvo a apagar pero esta vez si me levanto.

Observo por un momento mi cara en el espejo de la esquina. Hinchado, adormilado y hecho realmente una mierda de la desvelada que me di ayer. Mi compañera de cuarto sale del vestidor, lista para echarse medio litro de maquillaje en la cara, bañarse en perfume, y ponerse su limpio y planchado uniforme. Y yo aquí, observando mi pelo enmarañado, mis ojeras nivel Dios, y lista para meterme a bañar y arreglarme en los últimos 30 minutos antes de que inicien las clases.

-¿Apenas te meterás a bañar Terra?-pregunta Alexa.

No contesto. Aunque supongo que ella no esperaba mi respuesta. Tomo mi toalla y mis sandalias, cierro la puerta del baño y abro completa la llave de agua fría. Me baño lo más rápido que puedo y me salgo. Me pongo la última ropa interior limpia que hayo en el cajón y me dispongo a buscar mi uniforme.

-¡Maldita sea! No está, se lo tragó la tierra..

-¿Y ya buscaste debajo de la cama?-pregunta Alexa.

-¡Si! Oh ya lo ví, está debajo de esa bola de vestidos que me probé ayer.

Saco mi uniforme sucio, arrugado, le pongo un poco de perfume, pero solo un poco porque realmente me mareo con las fragancias, y me lo pongo. Me pongo el único par de calcetas blancas limpias que tengo, me amarro las agujetas de mis zapatos y le digo a Alexa que ya podemos irnos.

Entramos en el pasillo grande donde se encuentras los casilleros y las puertas de todos los salones que hay en el internado. ¿Creíste que estaba en una escuela normal? No. Después de mi discusión con las únicas amigas que tenía, no volví a hablarles. Comencé a tener actos de rebeldía, como salirme de mi casa a media noche a buscar a un grupo de motociclistas que se juntaban cerca de mi casa. Escuchábamos música, bebíamos, otros fumaban, obviamente paseábamos en motocicletas y hacíamos algunas que otras cosas. Lo acepto, me la llegué a pasar bien, lo que nadie supo, es que lo hacía para querer tener la atención de mis padres. Pero el día que se dieron cuenta, en lugar de brindarme apoyo y recibir esos sermones larguísimos de los padres, decidieron enviarme a un internado. A mis trece años, casi catorce.

Y ahora que tengo los dieciséis, aquí sigo, en este aburrido internado de Inglaterra, en donde solo veo a mis padres cada seis meses, y finjo que voy muy bien en mis clases, que soy una femenina, aplicada, responsable, y completamente opuesta a los jóvenes que van de fiesta en fiesta, en busca del alcohol y tabaco. Pero la verdad es que no es así. Bueno, si voy bien en mis clases, lo considerable como para no tomar un extraordinario, pero admito que me encantan las fiestas, en especial esas que terminas en lugares que nadie conoce, con gente que no conoces, bebiendo y comiendo cosas que en tu vida has probado, y que obviamente hacen que el rato sea más divertido. Tengo mi grupo de amigas, por supuesto, todas somos iguales, y venimos por la misma razón a este maldito internado: rebeldía. Entre semana tratamos de cumplir todas las reglas que nos impone el internado, pero cuando llega el viernes, nos dan permiso de salir a "cenar", ir "al parque de diversiones", al cine, entre otras cosas que las "niñas decentes y normales" hacen. Pero como ya lo mencioné, todo mundo nos vamos de fiesta.

-Uff! Que noche la de anoche.. hoy no podía ni despegar los ojos-comenta mi amiga Dorothy que estaba uniéndose a mi para ir al salón.

-Lo sé.. ni siquiera recuerdo como llegue a mi habitación-comenté riendo.

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