EL CAMINO- vara

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Vara

Supe que algo muy grave estaba sucediendo.
Yo no endendía nada, pero tampoco era ignorante.
Había visto transacciones en el mercado, el regateo de los vendedores y los compradores. Y algo más. Anake Musampa desaparecío un día del pueblo, y sus padres no dijeron nada a nadie. Pero muchos vieron llorar a su madre. Y a los pocos días, tenían una vaca que alimentó al resto de la familia. Mi padre también soñaba con una vaca.
Miré al hombre. Miré la mano que empuñaba la vara. En sus ojos no vi amor, sino dureza. En su mano no vi ternura, sino crueldad. Hice un gesto de escapar y no lo logré. La vara se incrustó en mi espalda. El viento se cortó en ese momento y el fuego penetró en la herida. Fue un seco restallar, aunqueno emití ningún sonido de dolor. "Nosotros no nos quejamos", solía decirme Mayele Kunasse. Y él era sabio. Así que le creía.
Dijeron que Anake Musampa estaba esyudiando lejos, y que un día volvería convertido en un hombre justo y pudiente. Rico.
Era mi amigo, así que le esché de menos.

-Camina- me ordenó el hombre.

Su transporte, un todoterreno viejo y destartalado, esperaba a menos de diez metros. El camino vacío por el que mi padre se había ido era ahora el paraíso perdido. El hombre levantó la vara y yo me protegí con los brazos. No llegó a pegarme. Sentía una gota de sangre bajando por mi desnuda espalda. Mi mente estaba seca.
Sí, supe que algo muy grave estaba sucediendo, pero lo peor era que algo aún más grave iba a suceder.
El hombre me hizo subir al coche, y una vez en él, me encadenó. A ambos lados del suelo había unos tubos metálicos firmemente soldados. Puso un grillete en uno de ellos y me sujetó el otro al pie izquierdo. No dijo nada. Cerró la puerta y se sentó en el asiento del conductor, puso en marcha el coche y nos alejamos.
En una hora yo estaba más lejos de mi pueblo de lo que jamás hubiera soñado estar.
Y viajamos muchas más.
El vehículo no tenía cristales sino plásticos amarilleados por el sol. La cubierta era de lona. Tan sólo veía tierra que cambiaba, más y más, distinta a medida que el coche daba tumbos por ella. Los caminos eran a veces tan polvorientos que se levantaban nuves elvolventes que daban a la escena un aspecto fantasmal. No transitábamos por carretera alguna. Éstas, como supe después, tienen asfalto, y conducen al mundo. Los caminos son de tierra, y llevan a los pueblos y las montañas, la selva y la voda.
Al anochecer, yo creía que estaba al otro lado del universo.
Cuando nos detuvimos, el hombre me entregó un cuenco de barro con algo de arroz y pasta de ñame (Especie de puré que se elabora con ñame, cocido o asado, y al que seañade harina de maiz). Tenía hambre, asi que lo devoré. También me dio agua. Yo estaba atemorizado por su vara, pero más miedo tenía por lo desconocido, porsaberme lejos de mi casa y de mi pueblo. Tenía más hambre, pero no le pedí más comida

-¿Y mi padre?

No hubo respuesta. El hombre comia al pie del todoterreno. Yo seguía dentro, encadenado al tubo, ahora sentado en cuclichas en el suelo.

-¿Por qué...?- intenté volver a hablar.

El honbre tomó su vara. La levantó. Iba a ser su voz en los días siguientes, y aprendí ha obedecerla. Aún me dolía la espalda del primer golpe. Callé y baje la cabeza, rebañe mi cuenco. Cuando el hombre instaló una pequeña tienda de campaña y se metió en su interior, supe que a mí me tocaba dormir en el coche, tumbado en el suelo.
Mi primera noche fuera de casa y sin lebertad trancurrió en silencio.
En mi interior, sin embargo, había una gran tormenta que apenas si me dejó conciliar el sueño.

La Piel De La MemoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora