Prólogo

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•Narra Genshi•

Jugar con el tiempo
esa es mi cuestión.

Saber que estas muerto
esa es la maldición.

No poder enseñarme verdad...
Esa es la realidad.

¡Algo deberás hacer para cambiar!

¿No ves que si sigues así las cosas morirán?

¿Qué quieres? ¿No tener oportunidad?

Frente al espejo canturreaba la canción que había escrito la noche anterior mientras me cepillaba la melena que me llegaba por debajo de los hombros que, ante la luz de la luna, relucía su color azabache. Después de desenredar mi pelo, pensé en volver a escaparme de la casa...no podía pensar con claridad entre esas paredes...que era justo lo que creía mí superiora, me daba igual que fuese de noche, necesito salir para relajarme y pensar...ser yo misma. Decidido. Me quité la túnica de noche y me vestí con mi túnica blanca y mis sandalias romanas. Después de un rato de reflexión sobre mi destino decidí volver a salir al cementerio. Irónico, un cementerio en el mundo de los inmortales.

-Rotz, ¿me acompañas al cementerio?-pregunté con la esperanza de tener respuestas mientras miraba por la ventana-. ¿No vas a contestarme acaso?-le miré decepcionada-. Ah...es verdad que no puedes hablar... Bueno pues si quieres sigueme-a lo que me contestó mi pequeño hurón totalmente blanco de ojos rojos subiéndose a mi hombro-. Bien, adelante.

Miré a mi pequeño amigo que seguía en mi hombro con seguridad y cariño. Tras unas miradas rebeldes, me contestó con una de sus macabras sonrisas, lo que me hizo estar segura de lo que estaba a punto de hacer. Abrí la puerta y después de cruzarla la cerré con el mismo cuidado con la que la abrí. Cruzamos el pasillo oscuro con la única linterna de la luz de la luna que aparecía por la ventana y bajamos las escaleras con la finalidad de cruzar la puerta que había justo enfrente. Es cierto que solo son habitaciones, sin biblioteca o sin campo de entrenamiento o cualquier otro tipo de necesidades para los dioses restantes, pero al fin y al cabo es nuestro hogar. Cruzamos la puerta con un suspiro aliviadero por llegar a nuestro destino... Estuvimos caminando, esperando llegar pronto al cementerio para allí poder pensar en tranquilidad, con un fin... Al fin llegamos, rodeados de tablas, cruces o cualquier figura dependiendo de la cultura, en las que ponía el nombre de cientos de dioses de la batalla...todos ellos muertos por mi culpa... Ser una diosa estaría bien, desde luego...si no fueses la que se encarga de que el proceso de vida concluya. Si, soy la diosa de la muerte...tal vez de ahí mi atracción a los cementerios, tal vez de ahí mi personalidad fría y asocial, tal vez de ahí mi falta de cariño hacia mis conocidos...tal vez de ahí mi soledad y tal vez de ahí mi rebeldía pero seamos sinceros, nadie debe ver a una diosa de la muerte responsable o agradable. La contradicción sería suprema y la superiora da esa imagen por completo.

-Ey Rotz, ¿te apetece observar a los humanos?-mi amigo respondió lamiendome la oreja-. De acuerdo.

Me dirigí a una esquina de aquel laberinto o cementerio, depende del Dios. Apoyé mis manos sobre lo que los humanos nombran de 'césped' y empecé a nombrar las palabras mágicas.

-"Sore wa chikyū ni watashi no pōtaru ni okonawa re"-y ante nosotros una discreta silueta circular se abrió en el suelo, un portal-. ¿A quién chafamos hoy Rotz? Se que no te gusta esto, pero no lo entiendo, de verdad. Con lo divertido que es-añadí tras pulsar varias veces el portal-. Mírala, a aquella chica digo...esta bebiendo y conduciendo pero ningún policía a los alrededores para hacer justicia...bueno, tendré que hacerla pagar yo, me debes una justicia-añadí tras un chasquido de dedos. Acto seguido la mujer se salió de la carretera y murió-. En tu mundo había reglas por algo mujer...siguiente objetivo...-desvíe la mirada a Rotz, que me miraba con esos ojos rojos cargados de incomprensión-. No me mires así anda, ya paro... "Pōtaru, jiko hakai"-y el portal se cerró-. Siento si te incomodó, duerme tranquilo que no lo volveré a hacer-se sorprendió mientras le empezaba a acariciar el costado-. Ya se que no es mi manera normal de actuar pero tampoco quiero enfadarla por completo...tranquilo.

Dioses caídos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora