Mía o de la Tumba Fría (OS)

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Alfa, te digo una vez más que te amoadoro. 

Para Hermione Granger la vida no había sido fácil; luego de finalizar la Segunda Guerra Mágica decidió retornar al mundo muggle. La razón: sus padres habían sido asesinados por un grupo de mortífagos renegados, en venganza por su participación en el conflicto donde el temido Lord Voldemort fue derrotado. Este día caminaba entre la neblina de una mañana londinense, hacia su centro de trabajo. Hacía un par de años su antiguo profesor Severus Snape la había buscado, luego que Ronald Weasley, con quien ella se casó, apareciera muerto a cuchilladas en un callejón. Pasado el luto, Snape le propuso que se asociara con él, a lo que ella había accedido. Aunque el precio que pagaron al irse al mundo muggle fue la pérdida de varitas y magia, Hermione no se arrepentía, la magia le había traído sobresaltos y sucesos que deseaba relegar a lo más recóndito de su mente.

Al igual que ella, Snape había desertado el mundo mágico, cansado de 17 años trabajando como doble agente, hastiado de la doble moral que imperaba entre los magos que ahora agradecían por haberles salvado el pellejo, cuando anteriormente lo habían menospreciado y calumniado. Se había salvado gracias a la oportuna intervención de la mujer que ahora era su socia y que en ese momento él continuaba considerando una sabelotodo insufrible e imprudente, pero que ya desde hacía un tiempo había dejado de serle indiferente.

Por su parte, para Hermione, a sus 28 años se sentía marcada por un sino trágico. Aún era estudiante en Hogwarts cuando conoció a Víktor Krum, el búlgaro atlético, estrella del Quidditch por el que las chicas enloquecían, pero que se fijó justamente en ella, que por entonces era la típica chica esforzada y estudiosa que no cuidaba demasiado su imagen y que se sentía fea. Ese verano la invitó a su casa y ella pasó unas lindas vacaciones, pero un par de días después de su regreso a Londres, le informaron que Víktor estaba desaparecido; una semana más tarde se encontró su cuerpo muerto a cuchilladas atado en medio de un bosque, a unos kilómetros de su ciudad natal.

La lista continuaba. Una vez reinstalada en el mundo muggle, decidió iniciar una carrera universitaria especializándose en Química; ahí se sorprendió cuando se topó frente a frente con su otrora némesis de Hogwarts: Draco Malfoy. El platinado se había resuelto a dejar atrás el peso de su apellido y la mala percepción derivada de las erróneas decisiones de su padre, quien a esas alturas se pudría en Azkabán con una condena de por vida, mientras su madre se hallaba con su hermana Andrómeda y vivían con relativa felicidad. Lejos de la influencia perniciosa de Lucius, Draco se permitió por primera vez en su vida dejar aflorar los sentimientos que por años había reprimido e inició una cruzada para conquistar a la otrora Princesa de Gryffindor, a quien tantas veces había ofendido en su afán de ocultar cuánto le gustaba. Unos meses después el rubio presumido, altanero y millonario la convenció de que la amaba con locura y eran felices, pero una tarde, luego de dejarla en su casa, abordó su motocicleta y un desperfecto mecánico culminó en un accidente en el que el joven falleció.

Durante este tiempo, sus amigos Ronald, Harry y Luna estuvieron a su lado, dándole ánimos; aunque ella sabía que Harry estaba enamorado de ella desde el colegio y en más de una ocasión se lo había hecho saber, siempre obtuvo por parte de ella una respuesta negativa. Ella efectivamente lo amaba, pero como al hermano que nunca tuvo. Después de la muerte de Draco había notado que su amigo seguía sus pasos, a escondidas; iba donde ella se encontraba; muchas noches lo había visto escondido entre las sombras en la calle, frente a su apartamento; esto honestamente la perturbaba.

Cuando se casó con Ronald Weasley pensó que Harry dejaría de perseguirla, pero estaba equivocada; Harry Potter ya era un oficial destacado dentro de las filas de la Policía Metropolitana de Londres, perfilándose como un posible jefe para los años venideros; sin embargo, su tarea acosadora se extendió al pelirrojo. Harry siempre estaba ahí, a una calle de distancia donde quiera que la pareja de recién casados iba, expectante, vigilante y sin que nadie supiera la razón, pero a Hermione le resultó sospechoso que el primero en llegar al lado de un agonizante Ron Weasley fuera precisamente Harry y que hasta la fecha se negara a revelar qué exactamente le había revelado su amigo antes de morir.

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