07 de Diciembre del 2015

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Me senté a su lado y enredé sus dedos entre los míos.

-Eres increíble.

Las palabras fluyeron de mis labios como si de suspiros se tratara empapando el viento alrededor de los dos, manchándolo de algo diferente que nos ataba.

Volteó a verme y el cuerpo entero se me heló, la sangre hervía y casi pude sentir como mis pupilas se dilataban, a pesar de no poder mover uno solo de los músculos que me formaban, dentro, en mis huesos había una serie de movimientos absurdos, algo más allá de las capas de piel y todo lo que pudiera reaccionar notoriamente. Esto era diferente, era algo que lograba descongelarme el cuerpo y destornillarme el alma.

-¿En qué sentido?- sonrió y enarcó una ceja.

-En todos.

Sus ojos estaban llenos de alegría, y yo... yo estaba totalmente ebria. Me había embriagado de su perfume, el color de sus ojos y el brillo reluciente que tenían, justo en ese momento entendí la razón por la que estaba tan completa y estúpidamente enamorada de él. Amaba la luna, me encantaba la manera en la que brillaba por las noches causando resplandor en el firmamento, pero había encontrado algo más en sus ojos, había encontrado una luz excepcional, un rayo de energía que causaba chispa dentro de mí... había encontrado a una estrella.

-Y ¿cuántos son?

Sentí su aliento chocar contra mi piel y salí del trance que él mismo había provocado. Parpadeé lentamente tratando de poner orden a mis pensamientos y responder a su pregunta.

-No lo sé, puede que sean muchos o puede que sea sólo uno- sonreí- me enamoré de la forma en la que te ríes, tu risa es mi cascada favorita, es tan ligera y fresca a la vez que me dan ganas de reír contigo. Cada día me enamoro de algo nuevo sobre ti, a veces pienso que no eres real, que eres demasiado bueno para serlo, y no tengo miedo de que lo sepas porque sé que no tienes idea de cuánto vales o de cuánto te quiero.

Cerré los ojos cuando sentí su nariz chocar contra la mía y mi corazón se rompió en mil millones de pedazos cristalinos, exploté, era demasiado sentimiento como para guardarlo, mis mejillas se pintaron con matices rosados y rojizos, mis labios cosquilleaban y mis huesos temblaban, todo era un desastre... Un hermoso desastre.

-Te quiero...- susurré- eres mi huracán favorito.

Y entonces, sus labios chocaron contra los míos.

Una simple escritora.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora