16 de Diciembre del 2015

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-Y... entonces... ¿la odias?

Sus palabras viajaron por el aire que invadía el espacio y llegaron a mí en segundos. Volteé hacia el suelo y tragué saliva con dificultad. Tenía un nudo gigante en mi garganta, no de lagrimas si no de letras. Cerré los ojos apretándolos con fuerza, esperando que el amarre dentro de mi cuerpo se deshiciera y explotara, que la tinta corriera libre por mis labios... pero no ocurrió.

-No.

Parecía como si mis cuerdas vocales se hubieran roto y sólo un sonido inteligible tuvo la oportunidad de salir de mis labios, pero sabía que me había escuchado.

-Eso quiere decir que sólo no es de tu agrado.

No era una pregunta, era una afirmación.

-El odio es algo demasiado fuerte, pienso que no hay persona que lo soporte, justo como el amor. Pienso que sólo puedes odiar lo que un día amaste o viceversa, pero en realidad ¿quién soy yo para decir estas cosas? Ni siquiera he tenido la desgracia de sentir algo de esa magnitud. Y no, tampoco me desagrada.

Por fin confiaba en mi voz y el nudo parecía desatarse poco a poco, pero estaba dándole la oportunidad de detener el desastre,estaba tratando de evitar que mis palabras salieran a flote y junto con ellas, las espinas que se habían estado clavando en mi piel por tanto tiempo.

Frunció el ceño y sus labios formaron una línea, después de unos segundos abrió la boca para decir algo pero al parecer se arrepintió y decidió cerrarla de golpe.
Otra vez su mirada se perdió en un punto fijo y sabía que en su cabeza había un millón de cosas que lograban dejar pizcas de confusión en sus facciones.
Finalmente volteó a verme.

-¿Sabes? Él estaría feliz si ustedes dos simpatizaran en al menos una cosa.

Sonreí sin dejar que la mueca tocara mis ojos, estuve consciente del momento exacto en el que mis pestañas reclamaron su argumento, ellas más que nadie fueron testigo de las noches en que mi corazón se rompía.

-No me pidas eso.

-¿Por qué no? Tú no sabes si después de un tiempo incluso le tomarás cariño.

Sonreí otra vez y recargué mi frente en la palma de mi mano izquierda.

-No me pidas eso. En serio.

Dio un paso hacia a mí, sus ojos irradiaban comprensión y sus manos se posaron en mis brazos.

-Escucha...

-No me puedes estar pidiendo eso, simplemente no puedes...- hice una pausa debido al pequeño sobresalto que dio hacia atrás y seguí- no cuando ella me está arrebatando la única oportunidad de hacer bien las cosas, de entregarme por completo al amor de mi vida, no lo hagas, no lo haré.

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⏰ Última actualización: Dec 17, 2015 ⏰

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