Capítulo 2: El Escondite

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Seguimos al anciano por las vías del metro hasta que se detuvo enfrente de una puerta. Sacó unas llaves del bolsillo y comenzó a abrir la puerta
Yo le pregunté muchas cosas como quién era, qué hacía, donde íbamos...pero él no respondía así que decidí coger una barra de metal que descansaba plácidamente en el suelo.
Le puse la barra a la altura del cuello ahogándole y le pregunté:

-¿QUIÉN ERES?- le dije gritando

-Soy el que te va a salvar la vida, a ti...y a tu...mujer- solté la barra porque se estaba ahogando. El anciano recuperó el aliento unos segundos y dijo:

-Ya habrá tiempo de presentaciones pero ahora hay que...- Se escuchó un estruendo...

Las paredes empezaron a moverse y el techo a caerse a pedazos, parecía como si la tierra se estremeciese.
Yo me quedé con la mirada perdida por el shock del momento cuando escuché una voz que decía:

-¡Entra, rápido!

Esa voz me despertó de la nada en la que estaba atrapado y entre rápido ya que unos segundos mas y un trozo de techo me habría caído sobre la cabeza.
Pregunté a mi mujer si estaba bien y después de eso hubo unos 5 minutos horripilantes mientras se oía desde el interior de la puerta los gritos y lloros de las personas que se situaban en la entrada del metro...tras esos 5 minutos se hizo el silencio, un silencio petrificante que helaba la sangre. Después del shock pregunté con una voz débil al anciano que quién era él.
Me respondió diciendo esto:

-Me llamo Jack, Jack Carter. Hace 10 años dejé el ejército de EEUU con las mayores condecoraciones posibles.
En una operación de espionaje a Corea del Norte por posible alerta de bombas nucleares descubrí que tenían planeado atacar Corea del Sur con bombas nucleares. Antes de que pudiese informar a los Estados Unidos me descubrieron y me dieron dos opciones, o morir o desaparecer del mundo.
Decidí la segunda para algún día cuando pasara todo lo que está pasando salvar a alguien...

-¿Estás diciendo que los últimos 10 años de tu vida los has dedicado a salvarnos a....nosotros?- espere

-Sí, así es porque si hubiera decidido morir ahora habríais corrido la misma suerte que las otras personas del metro...

-Dios mío, y...ahora...¿qué vamos a hacer?...

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