«CAPÍTULO 5»

81 1 0
                                    

Repasemos el día de hoy: mi primer día de escuela, no hice absolutamente un amigo y la gente me mira raro luego de la mala broma que me jugó el idiota de Louis al ponerme la traba mientras iba caminando hacia su mesa ya que él 'me había invitado a almorzar con ellos'. A todo esto, ya me gané enemigas, digamos como que la perra alfa se enfureció cuando al caer con mi comida, por culpa del pie del idiota del amigo de mi hermano, le tiré un poco sobre su cara y su 'nuevo bolso de Louis Vuitton'. Lo pienso y se me viene a la cabeza su voz de pito en medio de la cafetería tratandome como una pobre estúpida insulsa que no sabe respetar a 'los de clase alta'.

«Solo que se calle», era todo lo que pedía en ese momento.

Bueno, se podría decir que tan malo no fue mi día... A quién miento, si llego a ver a esa rubia de tetas operadas de nuevo, les aseguro que se queda sin esas falsas extensiones y con un lindo moretón en el ojo izquierdo, y adivinen quién no va a tener que ponerse sombra cuando salga.

*/*  

Esta mañana decidí ponerme el despertador para no sufrir un balde de agua podrida otra vez. Me dí una ducha rápida y me puse el uniforme. Luego de desayunar partimos hacia el colegio. Me concentré en escuchar la radio mientras llegabamos.  

Al pasar por en frente de los amigos de Matt, estos empezaron a hacer bromas acerca de mi uniforme, sí, de lo monja y despistada que era cuando casi me caigo en los escalones de la puerta principal. Los odiaba, a todos. Solo quería ignorarlos y que luego la tierra me tragase. Yo no era así, en mi antiguo instituto, muchas chicas y hasta chicos me respetaban, por el hecho de que podian ser golpeados si intentaban tratarme de idiota, aunque realmente nunca tuve que llegar a  esa instancia... salvo en quinto grado cuando la estúpida de Tina inventó que yo estaba de novia con uno de mis amigos. Que lindos recuerdos, ese mechón de pelo creo que lo sigo teniendo guardado como trofeo de primaria.

Digamos que aquí, solo estaba probando el terreno, pero al ver que hay muchos idiotas ya es momento de dejar de que me traten de 'inferior'. Lo tenía decidido, si alguien tenía en mente meterse conmigo de nuevo, no iba a resultar sano, física o psicológicamente, eso era un detalle según la gravedad de la situación.  

La primer hora tuve matemática I, digamos que la materia era uno de mis fuertes, es por eso que me la pasé levantando la mano para responder el resultado.

Luego vino lengua, y en esta me iba lo justo y preciso, ya que no me gustaba mucho esto de la gramática al hablar y todo el tema de libros de fantasía de amor y más basura, además de ser del otro lado del Atlántico me dejaba en una difícil posición.

El profesor no me sirvió de ayuda, ya que al parecer odiaba a todo ser que sea alumno, y yo no iba a ser la excepción. Así que creo que cuando llegué tarde a su clase solo incrementé su ira y ya tenía preparado un sermón sin dejarme ni siquiera presentar.

Finalizada la extensa hora de lengua todos salimos hacia el pasillo como vacas en busca de su libertad antes de que estén por ir a un frigorífico.  

Creo que salir apurada no fue una ventaja. Totalmente lo contrario.  

Un robusto cuerpo colisionó contra mi tirando mis libros y los de él. Decidí no mirar hacia arriba y agacharme a juntar mis libros, pero cuando iba a agarrar 'Noche de reyes' de william shakespeare, que era el que me había dado el profesor Peterson para leer en forma de castigo, un pie no me lo permitió ya que se puso sobre el libro.  

-No no pequeña monja, mis libros primero- dijo de forma imponente el chico de esa asquerosa melena enmarañada y esos ojos azul esmeralda en los cuales acepto me perdí por un microsegundo. Odioso. Me levanté lentamente, éste definitivamente no era mi día, y el no iba a ser quién para volverme a tratar de inferior. 

-oh, y dime.. ¿Tu conoces a Dios?-conteste de mala gana, a lo que el me miró sin comprender y largó una corta carcajada con su voz grave. 

- ¿A que viene la pregunta? Junta mis libros, no necesito perder mas tiempo con tu predicación de la palabra.- dijo el muy idiota, a lo que ignoré. 

-Era para sólo contarte que Él nos hizo con brazos y manos. Así que corre tu maldito pie, junta tus libros si se te da la gana y déjame seguir en mi camino- liberé el aire que venía trayendo todos estos días. El me miró sorprendido, pero en su mirada puedo jurar que había visto un deje de diversión que no me pareció de fiar. 

-Oh, así que la monjita se rebeló.-dijo al mismo tiempo que levantaba mi libro y los suyos del piso. 

-Como digas. Ahora dámelo- le dije ya cansada de la situación y con hambre, lo que no era una buena combinación para ser tolerante. 

-¿Lo quieres? Yo también quería que levantaras mis libros, sin embargo te negaste, así que yo me niego a devolvertelo. Ahora tienes que ganartelo.- me dijo guiñandome su ojo izquierdo con una sonrisa odiosa, mientras pasó por mi lado rosando nuestros brazos como si yo no existiera.

Maldito sea hoy, ayer, mañana y la semana que sigue.

Esto de estar en esta ciudad, no es de buena suerte. Definitivamente, no.

*/* 

Al finalizar la interminable clase de Filosofía I ya era hora de volver a casa. Libertad al fin. Lo único que quería era volver a casa.

Una Chica En El EquipoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora