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Finalicé la llamada, y me dejé caer en el sofá; mis ojos no se apartaban de la pantalla de la televisión.
La forma en la que la miraba y sonreía, su brazo alrededor de su cintura; un quejido se escapó de entre mis labios.

Llevé ambas manos a mi boca, y la realidad me golpeó, dura y cruel como era. Mis ojos comenzaron a picarme, signo de que las lágrimas eran inminentes.

Me levanté rápidamente y me dirigí hacia la habitación que compartíamos; cuando llegué a ésta, podía sentir como las lágrimas bajaban por mi rostro. Las sequé con furia; no quería sentirme débil, y las lágrimas eran signo de eso.

Me paré frente al armario; mi pecho subía y bajaba errático.

Me llevó menos tiempo del que pensé en sacar todas mis pertenencias de aquella habitación y colocarlas en mi bolso; tomé las dos prendas que había separado y me encaminé hacia el baño.

Me deshice de aquel vestido, quedando únicamente en ropa interior. Observé mi reflejo e, inmediatamente, no pude evitar un gemido. 

Volví a vestirme con las prendas que había traído y salí del baño; tomé el bolso junto a mi teléfono, y salí de aquella habitación.

Cuando me encontraba en la sala de estar, a punto de abrir la puerta, mis ojos no lograron evitar de una de las tantas fotografías. Apreté con fuerza los ojos y abrí la puerta, para dejar atrás una parte de mi vida.

Salí por la puerta de entrada del departamento, encontrándome de lleno con la oscura noche; no pude evitar estremecerme cuando la fría brisa chocó contra mi cuerpo. Me acerqué al borde de la acera, esperando encontrar algún taxi libre a esa altura de la noche.

Para mi mala suerte, o buena, dependiendo de donde se mire, no fue un taxi el que aparcó a pocos metros de mí; gemí cuando logré distinguir quien se bajaba de éste.

—April, ¿qué haces aquí?

Negué con la cabeza, mientras que retrocedía unos pasos.
—No te acerques, Ashton—traté de que mi voz sonara natural, pero se quebró al final.
Su rostro se transformó cuando notó mi rostro.
—April, no es lo que crees—se alejó de su auto, dando pasos hacia mí.
—No—mi grito cortó la noche; se detuvo abruptamente.
Se acercó más, ignorando mi grito.
—April, tienes que creerme. No fue para lastimarte, yo...
—¿No querías lastimarme? ¿Qué querías, Ashton, que festejara tu logro?—pregunté, con el sarcasmo en mi voz.
Pasó ambas manos por su cabello y tiró de éste en la zona de la nuca.
—Yo... Mierda. No puedo decírtelo.
Fruncí mi boca en una fina línea.
—Cuando tengas una mejor explicación, llámame—pasé por su lado; a los pocos pasos me detuve y me di la vuelta—. Sabes qué, mejor no me llames más.




Broken girl; aiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora