Capítulo 3: Inferos

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—Vengan, hermanos. Todos nosotros somos la escoria para ellos, estamos sucios e inmundos. Nos excluyen de todos las demás bestias, ¿por qué? ¿Nunca se han preguntado por qué? —Sairiel se adentra entre la multitud de quimeras asustadas y no se da cuenta, o ignora deliberadamente, como muchas se apartan cuando él se acerca—. Porque nos temen. Temen nuestra fuerza y nuestra furia. Temen una rebelión. Pero lo que más temen es nuestro poder.

—Ahora mismo no creo que mostremos mucho poder y furia —comento cínicamente.

El Serafín mira a Elennya por primera vez, y luce sorprendido y en cierta forma fascinado.

—Ahora no, pero lo tendrán. Todos nosotros creceremos y por primera vez en mucho tiempo rebasaremos su fortaleza. —Luego, alza más la voz—: Ustedes más que ninguna otra bestia tienen un nivel de destreza único. Las quimeras fueron las más temidas por mucho tiempo, es hora de que esa época vuelva.

>>Hoy mismo, las quimeras del Séptimo Infierno serán liberadas. Toda aquella que busque su libertad absoluta puede unirse a nosotros, sino, las dejaremos ir a su propio riesgo. ¿Están de acuerdo con el trato?

Se escucharon muchos asentimientos por parte de las quimeras, pero tanto Elennya como dos de sus hermanos cerca de ella no dijeron nada.

Sairiel se dio cuenta de eso.

—Todos los que decidan unirse a nosotros alcen el brazo, no podemos demorarnos tanto.

De inmediato muchos de sus hermanos alzaron el brazo, unos se resistieron más y otros definitivamente decidieron no seguir a Sairiel.

Elennya no estaba segura. Quería su libertad, pero no confiaba mucho en Sairiel.

El Serafín de ojos dorados miró a la quimera a los ojos, y la chica sintió como si observara todo su interior a través de los ojos, como si supiera todos sus secretos y todo aquello que anhelaba.

—Saben que esta es la única oportunidad de ser completamente libres. —Fue lo único que dijo, y lo que bastó para que Elennya alzara su mano.

Sólo uno más de sus hermanos alzó la mano y eso pareció bastarle a Sairiel.

—Acérquense mis nuevos hermanos. —Sonrío con suficiencia. Elennya se mantuvo un poco alejada, por precaución—. Todos serán llevados a nuestra guarida, donde les darán un lugar para descansar. Luego de eso, los prepararemos para la guerra. Serán entrenados por mí mismo y unas pocas bestias en las que confío para ustedes.

—Nosotros no comemos ni dormimos —replica Elennya.

Sairiel parece extrañamente excitado por su interrupción. O por cualquier interrupción en general.

—Lo sé, pero supongo que disfrutarán de unas cuantas horas sin cadenas ni trabajo.

El Serafín saca de su armadura oscura una larga espada roja y brillante Majestuosa en cierta forma, con su punta afilada y cortante.

—Prepárense quimeras, porque en unos momentos verán más sangre de la que vieron en mucho tiempo. Saldremos por esas puertas y presenciarán, por primera vez, el poder de Los Desconocidos, de la Nueva Religión.

El Caído se da la vuelta y extiende completamente sus alas oscuras y majestuosas. Elennya no puede evitar observarlas con fascinación. Y luego, con toda la fuerza de sus grandes brazos abre las puertas que los mantuvieron encerrados.

New Religion {Melodías de escritor}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora