—Tienes que imaginar el lugar, su suelo, el ambiente y la gente que habitan ahí. ¿Me escuchaste? Ponme atención, quimera —exigió la gárgola. Elennya trataba de no ver directamente su rostro arrugado y pétreo.
—Sairiel dijo que con imaginar un objeto del Infierno bastaba.
—Bueno, también. —La gárgola lucía fastidiada. Cuando habló, su voz estaba más ronca de lo normal—: Un objeto especial en el Sexto Infierno es la cadena de fuego con la que amarran a sus prisioneros.
Eso funcionaba más para Elennya.
—¿Cómo es esa cadena?
—Como cualquier cadena normal, solo que es de un color rojo oxidado y arde más que mil demonios. Bueno, metafóricamente.
—Entiendo.
La gárgola la dirigía al portal de Inferos, ambos acompañados de dos cambiones que los escoltaban. A Elennya le intimidaba sus grandes cuerpos deformes y esos ojos negros y saltones que observaban todo con morbo. Pero Sairiel los había enviado en su lugar así que supuso que confiaba en ellos lo suficiente.
—¿Recuerdas bien lo que tienes que hacer? Un error y toda nuestra causa está perdida —continuo la gárgola, con voz quisquillosa.
—Sí, lo recuerdo bien.
—Tienes un cuchillo escondido dentro de tu bolsillo y otro sobre tu espalda. No dudes en usarlos si es necesario.
—Ajá.
Estaba demasiado nerviosa como para escuchar atentamente. Llegaron a la habitación principal, donde una enorme puerta de dos entradas los esperaba. La gárgola se apresuró a llegar hasta las puertas batiendo sus pequeñas alas de murciélago.
La quimera contuvo el aire cuando se detuvo delante del portal. La gárgola abrió las puertas y un viento ajeno entró para refrescarla.
—¿Estaré sola? —Sabía la respuesta, pero aun así quería escucharlo para estar segura.
—Eres la única que puede entrar, así que sí. De todos modos nosotros estaremos del otro lado, esperándote.
Aun así, la quimera no se sentía preparada para algo así. Había muerto, y seguiría estándolo, y eso supuso un gran cambio difícil de procesar. No podían volver a matarla, pero tampoco estaba viva, así que eso no significaba nada.
Nada valía lo suficiente como para compensar su vida perdida.
—Supongo que por eso nos necesitaban tanto. Solo somos un pase a los otros Infiernos.
—Son un arma valiosa, Elennya. No solo por su fuerza o las especies que los conforman. Hay mucho más —le respondió la gárgola. Se escuchaba compasivo, pero Elennya decidió no caer en eso.
—Pero eso no significa nada.
—Lo significará. —contestó la gárgola, y para sorpresa de Elennya, se sacó su amuleto del cuello y lo puso sobre su mano ahora humana—. Cuídalo. Lo necesitarás.
Y entró en el portal, imaginando unas largas cadenas rojo oxidado, que ardían enormemente al contacto con la piel. Sintió que algo la jalaba y arrastraba hacia dentro, con una fuerza que la dejó sin aliento.
No entendió por qué pasó eso, ya que la vez anterior que cruzó el portal no sintió absolutamente nada, pero supuso que quizá sería su cuerpo ahora estaba muerto.
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New Religion {Melodías de escritor}
Historia CortaSomos los impuros. Nuestras mentes, ojos y cuerpos nacieron de tu exclusión. Una ilusión que dejas atrás. Para ti somos basura, estamos sucios. ¡Que así sea! Estamos sucios e inmundos. Una congregación de lo invisible. Juntos vamos a prender fue...