Capítulo 1. Condiciones

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Subir la larga escalinata de piedra hasta la cima del Monte Ebal donde se hallaba la Academia Adhmad no era un trabajo sencillo. A pesar de que llevaba contados al menos unos cincuenta escalones no podía llegar al final.

Levantó la cabeza para observar los muros de piedra de la Academia ligeramente opacados por la luz del atardecer. Aún recordaba cómo el presidente de la Jameiat Masas Alddima le encomendó la misión de cazar a un vampiro convertido; que según los informes llevados por algunos cazadores, se encontraba protegido en esa renombrada Academia dentro de los dominios de Enki.

Sus órdenes habían sido claras y precisas que hasta un niño de cinco años podría entenderlas a la perfección. Típico del presidente Figher. Era su modo de proceder y los cazadores novatos como ella, le tenían respeto y admiración.

Mientras subía los últimos peldaños, pensó que pronto se encontraría con el cazador legendario Katriel Eftheía, quién según la carta que le fue entregada esperaba con ansias su llegada a la Academia.

Se detuvo frente a las puertas de hierro forjado en forma de arco de medio punto y con el empuje de su mano izquierda entró en cuestión de segundos a los territorios de la Academia.

― Oye, tú― escuchó ser llamada por la voz grave de un hombre que hace algunos años dejó de escuchar― Dime quién eres y qué buscas en este lugar― exigió.

Ella se volvió con tranquilidad hacia el hombre de aspecto duro, alto y fornido, de cabellos rojos y ojos marrones; bajó la capucha de su abrigo de color beige mientras que en su boca se formaba la mueca de una media sonrisa.

― Soy la alumna transferida― respondió con seriedad y fijó sus ojos marrones en el viejo cazador― Tamara Endou― reveló con una sonrisa socarrona.

Tamara miró a su alrededor y sonrió ante el edificio que tenía enfrente, con torres puntiagudas tan altas que para ver su final debió de levantar el cuello, todo construido en su totalidad de piedra caliza y hierro. Cerró los ojos por un momento y dio una profunda respiración.

Frunció el ceño al notar los aromas a ácido ferroso mezclado con tierra mojada de los vampiros mezclados con el olor a vida de los estudiantes humanos; aún no podía creer cómo una escuela podía tener dentro de esas paredes a humanos y vampiros conviviendo en armonía.

― ¿Endou?― repreguntó Tamir Otí con desconfianza al escuchar el nombre de la alumna nueva.

― Hace mucho que no sabía de ti, profesor― dijo Tamara con una sonrisa amable colocando a la vez ambas manos dentro de las bolsas de su abrigo.

Tamir la miró con firmeza y tendió una mano hacia la muchacha que al entender a lo que se refería, le paso el sobre amarillento ya abierto de la Asociación de Cazadores.

El cazador sacó la hoja blanca del sobre comenzando a leer y por unos minutos que Tamara aprovechó, pudo observar el movimiento de izquierda a derecha que hacían las pupilas del veterano cazador mientras leía. Al terminar de leer la carta, Tamir la arrugó en un puño y le hizo un gesto con la mano a la muchacha para que lo siguiera.

La condujo por algunos de los pisos del edificio principal donde se encontraba la dirección. Mientras caminaban en medio de un profundo silencio, Tamara no dejaba de observar cada uno de los detalles de la escuela y al mismo tiempo se aprendía el camino hacia la dirección.

Los pasillos con arcos resistentes que formaban las bóvedas de crucería estaban apenas iluminados por lámparas de aceite colgadas sobre las paredes, las ventanas tenían formas alargadas y ovaladas con cristales impolutos y algunas más contenían vitrales de colores que representaban algunos momentos de la vida escolar de la Academia Adhmad; también habían algunas estatuas perfiladas en mármol blanco adornando el inicio y final de los pasillos así como algunas pinturas que estaban colocadas de manera estratégica por el camino que llevaba a la dirección.

Guerra de Sangre I: Pactum FraudisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora