Guerra de Sangre I: Pactum Fraudis

Capítulo 2.- Encuentro

Capítulo 2.- Encuentro.

Las habitaciones de los estudiantes humanos se encontraban al lado derecho del enorme bosque con el que contaba la Academia Adhmad. Era la hora del crepúsculo y Tamara caminaba con tranquilidad rumbo a la que sería su habitación por los siguientes días.

Subió en dos grandes pasos los cuatro escalones que daban acceso al edificio de piedra que a esas horas se volvían de color gris oscuro. Dejó su maleta en el piso y empujó la alta puerta de hierro forjado con ambas manos que se abrió dando un fuerte rechinido metálico, tomó la maleta y se adentró a la estancia de un rápido movimiento.

Miró a su alrededor y se encontró con una sala rectangular apenas adornada por múltiples antorchas que pendían de cada una de las paredes, las ventanas largas estaban escondidas tras gruesas cortinas de color azul oscuro y al fondo de esa sala, dos escaleras en forma de caracol colocadas a izquierda y derecha. Según las indicaciones del mapa que llevaba de la Dirección, debía subir por las escaleras de la derecha que conducían a los dormitorios de las chicas.

Se encogió de hombros despreocupada y caminó hacia las escaleras dispuesta a descansar de aquél agitado día.

Un escalón, luego otro, otro, y otro, lo único que podía escuchar era el sonido agitado de su respiración por el esfuerzo de subir los escalones con la maleta a cuestas. Parecía que todos los estudiantes estaban dormidos a esas horas del día en las que el sol comenzaba a ocultarse para dar paso a la noche y no salían para nada de sus habitaciones.

‹‹Curioso››, pensó Tamara ladeando la cabeza hacia la izquierda. Llegó al último escalón y al mirar al frente se encontró con una chica de aspecto pálido y largo cabello negro que por un instante llegó a comparar con el típico personaje fantasmal al que todos los niños tenían miedo. Tamara la miró con ojo crítico y movió la cabeza hacia la derecha al notar el uniforme blanco con naranja que llevaba puesto.

Hizo amago de emitir algún sonido con la boca pero la chica de cabello negro la detuvo con un movimiento de su mano a lo que Tamara sólo atinó a cerrar la boca en completo silencio.

La chica fantasma como la apodó en su mente; dio media vuelta y entró por un pasillo largo que contenía puertas a ambos lados con rótulos en color dorado que mostraban los números de las habitaciones así como el nombre de sus ocupantes.

Tamara siguió a la fantasma que detuvo su andar frente a una puerta de hierro con decoraciones con forma de picos y cruces entrelazadas entre sí. Sobre la puerta el rótulo cuadrado tenía marcado el número 254 y un solo nombre marcado con tinta negra.

Kaerlighead Yumi.

Tamara observó como la chica fantasma, como la apodó en su mente; tomaba un bolígrafo que estaba junto al rótulo y escribió con letra elegante y curveada su nombre sin que ella se lo hubiera dicho aún. Cuando terminó, Yumi la miró con una media sonrisa señalando con un delgado dedo el rótulo dorado.

– ¿Sorprendida?– preguntó con una sonrisa malvada. Tomó el picaporte y abrió la puerta dejando entrar primero a la joven cazadora.

Al entrar a la habitación Tamara no encontró nada que le incomodase, salvo las fotografías de flores de colores chillones colgados sobre la pared derecha y el edredón rosa sobre la cama de su compañera de habitación. Odiaba el rosa desde que tenía memoria.

Se encaminó hacia la cama de la izquierda donde colocó su maleta encima y se sentó con delicadeza sobre el colchón.

–Cómo habrás visto, soy Yumi Kaerlighead, tu compañera de habitación y curso– dijo con un tono voz alto y agudo. Se sentó en el borde de la cama rosada mirando hacia el techo con desgana para después bajar la mirada y posarla sobre Tamara que comenzaba a acomodar sus cosas en la pequeña gaveta que hacía las veces de mesita de noche.