Al fin, viernes.

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-Anoche no pude dejar de pensar en esa historia- le decía El Detective Sanders a el Oficial Reyes mientras tomaban café en la panadería de al frente del comando policial.

-Creo que nadie pudo dormir con esa horrible historia... No puedo imaginar lo que siente esa pobre chica, un alma divagando por las calles. Es penoso saber que en este país los chicos estén tan locos y cometan esas atrocidades con sus amigos, por esa razón no quiero tener hijos y que pasen por esas situaciones denigrantes- enfatizó aquel oficial- ¿Por que le dijiste que las cosas no estaban claras? No hay dudas de que ella cometió el delito. Sus huellas están en todas partes. Más culpable no puede ser...-

- Sabía que era culpable desde que entró a el comando. Con solo ver sus ojos supe que había cometido un terrible acto. Pero vi su necesidad de ser escuchada... Quería que alguien le prestará atención, quería que alguien supiera la verdad. Y que horrible verdad, si hubiese sabido que era así de terrible no fuera echo preguntas. Algunas veces la verdad supera la ficción y lo que le pasó es una de esas verdades- dijo dando un pequeño sorbo

-¡Oh no Rafael Sanders!, Conozco esa mirada, se que vas a cometer una estupidez... Una decisión de la que te arrepentirás...-

-Prefiero arrepentirme después que no hacer nada- finalizó El Detective, tirando el vaso vacío donde yacía antes el café para después adentrarse a el comando nuevamente.

Mientras, Ana Stearling se encontraba sola en una sucia celda, sintiéndose bien y completa, era irónico; estaba presa y sin embargo se sentía más libre que nunca.

Palabras De Ana, LA HOMICIDA. [Editando] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora