-Cuando era chica mi padre me había regalado un perro llamado Alvin. Era enorme y algo violento, pero de todas formas era hermoso. Él me pidió que lo entrene. Al principio no sabía cómo, y siempre que me daba una orden me mordía, ladraba o gruñía. La cosa era mucho más simple de lo que parecía: a él yo no le gustaba y a mí no me gustaba él. La baba que salía constantemente de su boca me ponía nerviosa, y ni hablar de sus dientes. Era indomable, pero con el tiempo empecé a darle cariño. Lo dejaba dormir conmigo por las noches, le hablaba, le tiraba la rama para que la vaya a buscar, le compraba caramelos para perros, lo abrazaba y acariciaba, deseando con todas mis fuerzas que pudiera confiar en mí. Y, poco a poco, el grandote fue aceptando ese cariño y empezó a ser obediente. Cuando se lo mostré a mi padre le dije emocionada "mira papi, lo logré" y cuando terminé de mostrarle lo que Alvin sabía hacer, sacó un arma y le disparó. El perro cayó al piso y su sangre llegó a manchar las paredes blancas. Desesperada, me arrodillé ante él y empecé a llorar, sin saber con exactitud qué era lo que había pasado. Mi padre me dijo:
-Te dije que domestiques a este perro,-me dijo-pero tú le has enseñado a quererte. Estos perros no existen para ser criaturas cariñosas: son feroces y salvajes, despiadados y crueles. Él no estaba domado, había perdido su identidad.
Lloré y lloré, hasta que finalmente uno de los criados lo fue a enterrar. Hasta ese entonces no volví a llorar, y nunca olvidé lo que había aprendido: que amar es destruir, y que ser amado es ser destruido. (Fragmento de "Cazadores de Sombras: Ciudad de Hueso")-------------------------
Cuando salí del trabajo estaba confundida por lo que había pasado, así que decidí llamar a Adriana, para que hablara conmigo, me escuchara y me aconsejara.
Mala idea.
Adriana: A mí me parece que estás por enamorarte.-me dijo ella y en ese momento no supe si reírme porque era una estupidez total o llorar porque creo que estaba en lo cierto.
Así que no hice ninguna de las dos cosas. Me quedé callada mirándola seria y fijamente.
___:¿Qué te hace pensar eso?-le pregunté al fin.
Adriana: No muchas la verdad, el amor no es una ciencia así que los síntomas pueden variar.-dijo burlona.- Pero la forma de la que hablas de él es...especial. Tus ojos brillan, te pones nerviosa, tus mejillas se enrojecen y niegas completamente que te pase algo con él.
___: Es que no me pasa nada con él.
Adriana: Sí te pasa.-agarró la taza de café que había en la mesita y le dio un sorbo.-Nunca te había visto de esta manera ______. Algo sientes por este chico, pero el problema es que no lo quieres admitir, mirame yo, Salgo con Liam... -se sonrojo-
___: Espera... Liam & tu ya son Novios? -ella asintio- ah pero no los dejo ni una semana & ya estan de Novios... -reimos- pero volviendo al tema... No siento nada por él Adriana. ¿Por qué es tan difícil de entender?
Adriana: ¿Y por qué te es tan difícil a ti darte una oportunidad con el amor?-preguntó ya algo cansada.-No todos los hombres son como tu padre.-dijo.
La miré fijo, fulminándola con la mirada. Ella suavizó su rostro.
Adriana: Oh, ehm, _____, lo siento mucho...yo no quise decir eso.-balbució arrepentida.
___: Pero lo hiciste.-suspiré y miré para otro lado.-Creo que deberías irte.
Adriana: _____.
___: Ahora.-demandé.
Sentí su mirada, pero no se la devolví. Sabía que lo dijo sin querer y que yo soy una estú**da terca que no sabe perdonar, pero ella sabe lo mucho que me dolieron esas palabras. Lo entendería.
Sentí la puerta cerrarse suavemente y las lágrimas escocer mis ojos. Mi padre siempre me dijo que no servía para nada, y eso quedó grabado en mi cabeza. Me decía cosas como que nunca creyera en el amor porque ninguna persona sería capaz de fijarse en alguien como yo. Al principio no le hice caso, pero cuando todas mis amigas de la secundaria empezaron a tener novio y los chicos siempre huían de mí, me di cuenta de que tenía razón.
Desde ese momento no empecé a pensar en nada. Ya no me importaba como me veía, si usaba maquillaje o no, o si usaba ropa de marca, porque sabía que haga lo que haga nadie se iba a fijar en mí. Me concentré en el estudio y en mi futuro. Dejé a mis amigos atrás y empecé a pensar solamente en mí, y en absolutamente nadie más.
Por eso no quiero aceptar que siento algo por Niall porque sé que él nunca sentirá lo mismo. Porque sé que lo único que va a hacer es jugar conmigo y romperme el corazón.
Me levanté de mi silla, me puse mi piyama y me acosté. Recordé la forma en que nuestras manos se habían entrelazado esa tarde y cómo llegué a pensar por una milésima de segundo que tal vez él podía llegar a gustar de mí. Entonces empecé a llorar. Nunca había vuelto a llorar desde que se murió mi perro Alvin. Y fue en ese momento en el que me di cuenta de que ya era muy tarde para negarlo: Niall me gustaba, y tal vez mucho más de lo que me gustaría admitir
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El Psicopata(Niall Y tu) Terminada
RomanceNo tiene Sinopsis El Nombre Lo dice Todo *-*