Capítulo 5: ¿Friendzoneada?

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Hacía una semana después de ese "casi" accidente. Sucrette continuaba ignorando al pelirrojo, cosa que le cabreaba, y la relación con el delegado y Lysandro era igual. Por otra parte, la repentina huida de Ken aún seguía alarmando a la castaña. Y la idea de vengarse de esa chica tampoco lo había pospuesto, pero en esos momentos no estaba muy concentrada para pensar en ello.

En su poca estancia también había conocido a todas las chicas de su curso, que eran muchas comparadas con los chicos. Una Se llamaba Iris: una pelirroja muy divertida que fue la primera en ser su amiga. Violeta: una chica muy tímida pero con un gran talento para dibujar. Kim: persona ruda que en el fondo es muy agradable. Melody: delegada de su clase y enamorada de Nathaniel. Rosalya: una hiperactiva albina con un estilo despampanante. También estaba Peggy, la periodista del instituto, pero no se tenían mucha confianza.

Era martes. La mañana de Sucrette se podía describir tal que normal: arreglarse, desayunar, irse al instituto, saludar a sus amigas, etc. Lo típico en un día de colegio. Las clases tampoco esque fueran muy animadas. Lo único extraordinario fue una llamada anónima de un número desconocido. No pudo atenderlo en su momento, pero sólo de recibirlo era raro de por sí. No tenía ninguna pista de quién podría ser. Las de clase ya las tenía agendadas en su móvil, así que inmediatamente rechazó esa posibilidad. Entonces, Sucrette llegó a la conclusión de que podría tratarse de una broma. Es decir, unos chavales aburridos de la monotomía que su única vía de escape era teclear a números ajenos.

El resto de la jornada continuó sin ninguna anomalía. Sucrette estaba en el rincón cerca de las ecaleras y sótano. Tenía el teléfono en la mano. No dejaba de mirar la pantalla como si buscase algo interesante en un fondo en negro. Esperaba otra llamada del misterioso desconocido. Entendía que, seguramente, no iba a ocurrir nada, pero era más entretenido pensar en eso que en el fastidioso pelirrojo.

Cuánto menos quería reflexionar en Castiel más lo hacía. Era lógico. ¡Casi la besaba! Y, luego salia con que era una broma. Es cierto que no comenzaron con buen pie, pero tampoco pensó que la odiara tanto para jugar con sus sentimientos de aquella manera. No era ese tipo de chicas- que probablemente Castiel jugaba- para ponerla en el mismo nivel. Pero le desagradaba más saber que- por muy pequeño que fuera- su corazón se agitó tanto que pensaba que iba a salirse del cuerpo. Al contrario, sí Lysandro no hubiera empujado a Castiel estaba cien por cien segura que se habría dejado besar por él. Odiaba más el sentimiento de deseo que invadió su ser que el despreció de Castiel hacía ella. Era imposible no sentirse atraída por el chico malo. A Sucrette le desagradaba, pero ¿porqué terminaba otra vez recordándole?

— Ahh. — Suspiró nuevamente mientras apretaba con fuerza la tela de la camiseta negra que llevaba. — Esto es horrible.

— Habló la loca que huye de mí como un ratón a un gato. — Dijo una grave voz apoyándose en la pared.

De inmediató, la castaña se volteó para encontrarse al chico de sus pensamientos. Castiel agarraba su teléfono móvil con su mano derecha. Estaba contactandose con alguien. No fue en ese momento que despertó a la realidad para mirar su aparato sonando. Era el mismo número que el de esa mañana. Eso quería decir, que todo el tiempo Castiel había ocupado su mente, hasta sin saber que era él.

— T-tú...¿ Qué haces aquí? — Preguntó con asombro Sucrette.

— ¿En serio? Me ves llamándote y sólo me dices qué hago aquí. — Dijo con incrédulidad y fastidiado.

— Ah, sí. También eso. — Contestó sonriendo con tímidez.

— Sigo sin entender porqué estoy haciendo esto.

— ¿Eso no lo debería decir yo? — Alzó Sucrette una ceja observándole con firmeza. Ni que le hubiera rogado.

— Has estado evitándome por toda una semana sin escucharme. — Dijo Castiel mientras pegaba con suavidad la cabeza de la contraria. — Tuve que colarme en la sala de profesores para coger tú número.

— ¿Y eso es mí culpa? — Se exasperó Sucrette. — No se sí el tinte te ha fusilado el cerebro, pero intentaste besarme por la fuerza.

— Nunca te forcé, histérica. — Elevó el tono de voz igual de enfadado que Sucrette.

— Sí sólo venías a decir eso, ya te puedes ir largándote por donde has venido. — La castaña se paró de golpe preparada para alejarse. ¿Nunca podría hablar bien con el chico sin que ninguno de los dos acabase gritándose?

— ¿¡Puedes calmarte una puñetera vez en tú vida!? — Gritó tan fuerte que dejó sin habla a Sucrette.

— Como dije ese día fue una broma. No iba a besarte. No me van las niñas como tú. — En ese mismo instante la expresión de Su cambió drásticamente a una de enojo total. Iba a replicarle por esa ofensa, pero el muchacho continuó con su "poca", de momento,efectiva charla. — Aunque seas una niña y bipolar, creo que no eres tan moleta...

— Me debo tomar eso como un halago,¿no?— Dijo confusa Sucrette sin saber que decir o reaccinar.

— Vas conociéndome. — Dijo con sus habituales sonrisas socarronas.  — Como ya he dicho lo que tenía que decir <<me voy largando por donde he venido>>.— Bromeó Castiel mientras, como mencionó, desaparecía por el largo pasillo.

— Luego la rara soy yo... — Chasqueó la lengua- con ambos brazos pegados a sus caderas- mientras sonreía con alegría. Sí hubiera estado en casa habría chillado como una descontrolada de felicidad.

Sucrette volvió a su estado normal. Arreglarse con Castiel fue más productivo de lo que jamás se imagino. Era extraño, pero sus raras personalidades, aunque terminaran discutiendo, eran muy compatibles. O eso prefería pensar Sucrette. En el instante de la conciliación sus sentimientos se paralizaron y no pudo actuar con cabeza. Pero ahora que había pasado sus sentimientos desbordaban felicidad. Sonreía como una boba enamorada. Aunque actuara como una, Sucrette afirmaba que no lo estaba, ¿Peró como se distinguía amor de amistad? Sucrette salió de un lió mental para embarcarse en otro laberinto sin salida.

Ninguno de los dos se percató de que habían estado vigilados por una desconocida sombra. Y por el aura asesina que apareció alrededor de la silueta, se notaba que no le agradó que enterraran el hacha de lucha. No obstante, aquello no fue lo más significativo en la nueva vida de Sucrette.

— Sucrette, espera. — La llamaron una temblorosa voz atrás de la simpática castaña.-Ten una cita conmigo.

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Siento mucho tardar años para continuar esta historia que había dejado de lado. Ahora que estoy en vacaciones voy a intentar subir con más frecuencia.

Que lo disfrutéis y espero que os guste el capítulo. Hecho por: Hikaru Tsugi.

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⏰ Última actualización: Aug 11, 2016 ⏰

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Harem con los chicos de Corazón de MelonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora