Velocímetro en cero

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El suelo por el que camino está tan agrietado de las ostias que me doy contra él pero sólo él es capaz de darme una perspectiva distinta que hace que mis piezas encajen de nuevo. Benditas grietas, sin ellas no entraría luz en mi oscuridad y bendito suelo, que sé que está siempre ahí para ampararme y no deja que caiga eternamente.

Un día no habrá nada sobre lo que andar, ¿pero a caso no debe llegar tarde o temprano ese momento? Hasta entonces, no importa el número de paradas sino encontrar las fuerzas para reanudar la marcha. Y yo me conozco al dedillo todas mis velocidades.

Tinta en mis venasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora