Con extra de Miedo, por favor.

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Creo que todos deberíamos preguntarnos cuál es nuestro mayor miedo y por qué. Llevo toda mi vida saltando de miedo en miedo, intentando zafarme de ellos, consiguiendo superar algunos, bailando lentas baladas con otros, incluso huyendo de algunos cuando aparecían en cada esquina del laberinto. Hasta que dices basta y te das cuenta que lo único que están implorando es que te acerques a ellos y los abraces tan fuerte que ellos mismos dejen de sentir miedo. Hasta que esa niña, esa joven del pasado que los adquirió haya llorado todas sus heridas y pueda por fin entender por qué le aterra tanto eso. Hasta entonces, da igual cuantas esquinas evadas, cuantos muros trepes y cuantas caricias anheles, el miedo seguirá trepando más rápido. Por eso, voy a exponer a mi mayor miedo resquebrajando así un poco esta coraza que he ido asimilando con los años como piel propia, de forma que mataré dos pájaros de un tiro, me río en la cara de ese esperpento al que le da miedo exponerse mientras expongo la piedra angular de todos mis miedos: el crear lazos afectivos con los demás, las personas; pero a la vez es una moneda de doble cara y en la otra se encuentra el pavor que siento al pensar en quedarme completamente sola.
¿Y tú, a que le temes?

Tinta en mis venasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora