Solo

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Llega un momento en el que todo te desespera, sientes que no puedes continuar con esta tortura que todos llaman vida. No ves una salida, estás solo, completamente solo.

A tu alrededor sólo hay oscuridad, tienes frío, mucho frío. Un vacío en tu pecho se hace notar, pues la luz que te guiaba para que salieras de ese abismo se ha apagado. Esa luz que solía iluminar tus pasos se ha desvanecido por completo.

Intentas recordar quién eres, sin embargo no puedes articular ninguna letra de tu nombre, no te asustes, sólo te arrebataron ese nombre que te identificaba.

Miras atrás, miras lo que hiciste, te sientes un jodido monstruo. No puedes creer que hiciste tales atrocidades y apartas la mirada.

Lloras, lloras sin control. Estás solo y nadie te va a buscar, nadie va a brindarte consuelo. Todos se apartan de ti y sólo ves una manera de terminar con todo este maldito sufrimiento. Morir.

Tomas una navaja, cortas de manera horizontal. La navaja no funciona y empeoras el sangrado golpeando paredes; sin embargo eso tampoco funciona, no es suficiente, ¿Verdad? Debes sentir dolor para saber que sigues vivo, pero no quieres sentir más dolor, quieres terminar con esta tortura. Y vuelves a la navaja.

Esta vez cortas verticalmente, y la sangre que derramabas de las otras heridas no es nada comparado con la sangre que emana de esta gran herida. Se siente bien poder terminar con esto así.

Nadie puede evitarlo, estás solo, y lo recuerdas con lágrimas en los ojos. Todo se vuelve oscuro y caes al suelo, no inconsciente, sino muerto.

Y una luz aparece, sólo para contemplar tu cadáver, pero le dio igual y siguió su camino.

Estás muerto, moriste de soledad.




Relatos y poemasWhere stories live. Discover now