Aquella historia que Gengar me había contado me había hecho reflexionar seriamente sobre el asunto, pero aún así había algo que me seguía doliendo en mi interior. Soy un Eevee, y eso no es malo, puedo llegar a hacer grandes cosas, como el fantasma me había enseñado, pero aún sigo siendo demasiado débil como para encontrar en este inmenso bosque al equipo de rescate. Me sentía impotente. Pero no permití que mis pensamientos me desviaran de mi rumbo, corrí por aquel bosque todo lo que mis cuatro patas me permitían.
Entonces, noté un temblor que me hizo perder el equilibrio, pero no caí al suelo. Sin tiempo de reaccionar, escuche un desgarrador rugido. Parecía de un ser enorme. Era aterrador. Si mi piel hubiese sido pintura, se habría descolorido toda.
Sin tiempo de reaccionar, un denso humo comenzó a inundar la sala. Parecía que venía del piso de arriba. Gran cantidad de pokemon comenzaron a correr aterrorizados, huyendo del asfixiante humo. Muchos perdieron el control, cayeron al suelo y corrían el riego de ser pisoteados por otros. Otros estaban heridos debidos a los golpes que se daban entre ellos, y se escuchaban gran cantidad de gritos y llantos.
Estaba atemorizado, la situación era incontrolable. Caí al suelo debido a que un Crustle me empujó con su gran concha,y todas las manzanas se perdieron por el suelo. Me recompuse rápidamente, y traté de buscar las frutas, pero era imposible. Entonces, en mi desesperada búsqueda, encontré a un un pequeño Buneary llorando, llamando a gritos a su madre.
Esa imagen me atravesó el alma como una cuchilla helada. ¿Qué estaba haciendo? ¡Tenía que hacer algo!
Comencé a dar ágiles saltos hasta llegar donde ese pequeño pokemon se encontraba. Cuando llegué le dije:
- Agárrate a mi lomo, buscaremos a tu madre.
Tímidamente se agarró a mi, y ya cuando se terminó de subir, comencé a recorrer la gran estancia buscando a su madre.
A mitad de trayecto, nos encontramos con un Fletching que tenía el ala herida. Con mi pañuelo, lo subí a él y lo agarré con la boca, y cargando a ambos pokemon, seguí corriendo por la estancia.
Gran cantidad de pokemon necesitaban ayuda, pero me era imposible ayudarlos a todos, ¡era imposible con semejante caos!
Entonces se me ocurrió una idea. Acerqué a un árbol, y dejé a los dos pokemon apoyados en su tronco. Con un ataque rápido conseguí subirme encima de este y posarme sobre una rama. Cogí aire, lo que me hizo toser exageradamente. El humo había inundado gran parte de la estancia. Me calmé y grité a pleno pulmón:
- ¡Por favor, cálmense todos! ¡Necesitamos organización! ¡Sino aumentará el número de heridos!
Nadie me hizo caso, todos corrían tratando de encontrar la salida. Esto era imposible, nadie iba escuchar a un pequeño Eevee subido a la cima de un árbol. Además con la gran cantidad de humo formado nadie me podía ver.
Entonces lo vi claro, necesitaba deshacerme de todo aquel molesto humo. Traté de trazar mil planes, pero ninguno tendría éxito. La situación me desesperaba. No podía lograr nada.
Y desesperado, con todas mis fuerzas, lancé un bola sombra hacia el aire, conteniendo en él toda la impotencia que sentía. Incrédulo vi, como parte del humo se despejaba con aquel ataque una parte del humo. ¡Había encontrado la solución! Pero era imposible que yo solo lo hiciese, ya que al poco, el humo volvió a ocupar su lugar. No desistí, y lo volví a intentar. Hice un bola sombra más grande que el anterior,y conseguí despejar de nuevo una pequeña zona,que no tardó en volver a cubrirse con humo.
Traté de llevar a cabo la hazaña múltiples veces, y no conseguí nada más que agotarme.
Era imposible.
Yo solo no podía hacerlo. No era lo suficientemente fuerte. Estaba perdido.
Pero entonces, como si mis ruegos hubiesen sido escuchados,el humo se comenzó a disipar lentamente, subiendo hacia el techo de la estancia y disolviéndose. No logré entender cómo, hasta que miré debajo de mí. ¡Gran cantidad de pokemon volador estaban usando despejar para disipar el humo!
- Lo has hecho bien - dijo Gengar apareciendo al lado mío - gracias a los bolas sombra que lanzabas, he sido capaz de localizarte, y al ver tus intenciones pedí ayuda a unos amigos míos de fuera del bosque con mis poderes psíquicos.
Lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos. No era como yo quería, pero había logrado solucionar la situación. Junto a los pokemon volador que había llamado Gengar conseguimos calmar la situación, atender a los heridos y reunir a los pokemon perdidos con sus respectivos familiares.
-Etto... - dijo un pokemon detrás mío.
- Buneary, ¿qué pasa?
- Creo que zon tuyas - dijo tendiendo un pañuelo con las manzanas que se me habían perdido, no estaban todas, pero eran suficientes - laz encontré por el zuelo.
- ¡Muchas grácias Buneary! ¡Me salvas la vida! Vuelve con tu madre, te estará esperando. - le respondí con una cálida sonrisa.
- ¡Chii!
El pokemon se fue corriendo en dirección a un Luppony que lo esperaba con los brazos abiertos. Me alegré de que se solucionara el asunto, pero aún me quedaba mucho por hacer.