Mi madre, para mi sorpresa, aceptó, pero con una condición, ayudar ella también.
Yo, claramente, había salido a mi madre, con espíritu aventurero, fuerte pero frágil, inteligente, viva, llena de dulzura y de mal humor, ingeniosa y completamente alocada. No tardó más de veinte minutos en llegar.
Llevaba dos maletas, una para ella y otra para mí. La ventaja de ser madre soltera es que no tenía que preocuparse de nadie más que no fuera ella misma y su hija.
-Hola, Teresa- se fundieron en un suave y cálido abrazo.
Ambas se conocían desde hacía mucho tiempo, amigas de la infancia, misma vida de casadas, y misma vida de solteras. Siempre estaban juntas, y se intuía que esto las uniría más.
Cogí mi maleta y me metí a la habitación de Elena.
-Pondré mis cosas aquí, dormiré en la cama de Elena, si no te importa- Lucía inmediatamente asintió, dándome permiso para instalarme donde quisiera.
Sentí que estaba invadiendo la casa de mi amiga, primero con su madre, ahora con su habitación.
Después de cenar me encerré en la habitación, fingiendo un malestar debido a la lluvia que me había caído esa mañana. Era el segundo que fingía ese día, mentir no se me daba tan mal.
Comencé a revolver los cajones de mi amiga, en busca de algo que me diera pistas sobre dónde podía haber ido. Mientras rebuscaba oía a mi madre consolar a Lucía, que se había derrumbado al recordar la cara del policía cuando le dio la foto de su pequeña hija, no la habían dado esperanzas de encontrarla, pero yo sabía que en algún lado habría pistas, y que Elena, tendría razones más que suficientes para querer desaparecer.
Por fin di con algo, su diario.
Me tumbé en la cama, encendí la lamparita que había sobre la mesita de noche, y comencé a leer el diario:
"Querido diario:
No puedo creerme el comportamiento de mi amiga Mina, cada vez nos distanciamos más, desde que sufre las pesadillas está más ensimismada, y perdida en sus pensamientos, como si no la importara nada más que ella misma. Me resulta pesado tener que estar despertándola todo el rato de su estado de sueño permanente. Y lo de hoy ya pone la guinda al pastel, le ha soltado mi dirección a un desconocido, aunque no tan desconocido para mí, la verdad es que Carlos ha actuado muy bien, ha entendido mi saludo. Es un amor de chico, llevo mucho detrás de él, para dejar que mi supuesta mejor amiga me lo levante, creo que aceptaré su propuesta, me fugaré con él."
No podía creerme lo que acababa de leer, no me estaba pasando a mí. Había sido engañada por mi mejor amiga y por un desconocido, pero no solo eso, también había sido abandonada por Elena, ella me rechazaba, ya no quería ser mi amiga, la resultaba cargante, no podía ser. Aquella con la que llevaba toda mi vida se marchaba como si nada, sin decirme nada, y huyendo de mí. Lo que más me costaba entender era la reacción y el comportamiento de Carlos, ¿por qué yo? No entendía qué había de especial en mí, ni qué ganaba haciéndome creer que no conocía de nada a Elena, y que se preocupaba por mí. Las cosas iban perdiendo el sentido para mí. Estaba perdida.
Decidí hacer que dormía cuando abrieron la puerta. Esperé a que se durmieran, cogí mi maleta y me marché, con el diario bajo el brazo, y un poco de dinero que había encontrado en los cajones de mi amiga, otro poco más que yo tenía, y más que había cogido prestado del monedero de mi madre.
