Capitulo 17: No te comas mi pudin

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Capitulo 17

No te comas mi pudin

5:37pm

Shadow camina por el comedor, se asoma al umbral cerciorándose que nadie ronda la zona. Se acerca al frigorífico. Abre la puerta y antes de consumar su travesura una voz lo detiene.

-No te comas mi pudin- Le dice recostado del brazo en el umbral.

-Pero es glucosa- Se voltea el albino viéndole casi suplicando.

-Un pudin, ni más ni menos- Le recuerda manteniéndose firme en su decisión.

-Un poquito- Hace un tierno puchero -Onegai- Le tiembla el labio inferior al balbucear estas palabras.

-No Shadow, no es no- Dictamina.

-Eres muy aburrido- Hincha sus mejillas cruzándose de brazos.

-Y tu eres un niño fascinante- Revuelve su cabello cerrando el frigorífico –Ve arriba- Le dice casi como una orden.

-No puedo ir ahora- Se niega el albino acercándose a la mesa y sentándose en una de las sillas.

-¿Por qué no?- Pregunta el oficial.

-Kya está meditando. Y odia ser molestado en ese momento, por eso estaba aquí abajo buscando algo dulce para distraerme mientras él está en lo suyo allá en la alcoba- Responde y acomoda los brazos en la madera de la mesa. Suspira hacia arriba soplando los flecos que caen sobre su frente –Por eso no puedo subir, ni siquiera tu. Este es su tiempo de estar a solas, y se lo toma muy enserio- Comienza a jugar con un mechón de su cabello.

Arlem guarda silencio solo viéndole. Shadow juega con un mechón albino de su cabello. Jalándolo y enrollándolo en su dedo numerosas veces. Sus ojos siguen el movimiento de las hebras y suspira.

En la alcoba se encuentra el menor sentado en el colchón de una de las camas, con las piernas cruzadas y encima de la cama. De párpados cerrados, sin el parche en su ojo derecho. Completamente en silencio, con su amado peluche entre las piernas. Las manos sostenidas en sus muslos, con el pulgar e índice juntos.

Solo el sonido de las agujas del reloj rompe el silencio. El muchacho se mantiene sereno. Inhala y exhala a un ritmo constante. En la seguridad de estas cuatro paredes. Su cabello lacio no es capaz de cubrir completamente el lado derecho de su apático rostro, trazos sangrientos se dibujan desde el párpado inferior hasta el mentón. Sutilmente rozando sus labios, sus mejillas, su piel inmaculada.

Las pinceladas descienden por su cuello, cruzándole las clavículas y repartiéndose a través de su torso. Como los rayones de un marcador ultra fino. Trazando líneas suaves en su piel, como enredaderas espinosas. Recorren su piel libremente y en su ombligo bocetan el patrón de su ojo derecho. El muchacho comienza a abrir sus párpados y su vista recorre su cuerpo tatuado con tinta roja y negra. Se coloca de pie acercándose al espejo que está en la pared y se precisa.

Solamente vistiendo un pantalón de pijama y calcetas. Se aproxima al cristal y observa su reflejo. Detalla minuciosamente su aspecto. Sus dedos desvían su flequillo detrás de su oreja y sujeta el cabello con un clip. Se observa con detenimiento, a cada trazo en su piel. Sus dígitos sienten las líneas al acariciarlas. Suspira separando sensualmente sus labios. Pálidos. Húmedos. Suaves.

Suspira de nuevo. Su cabello lacio cae graciosamente sobre sus hombros, deslizándose por su piel. Su cuerpo excepto de cicatrices, privado de una infancia. Planta delicadamente la palma de su mano en el vidrio observándose completamente. En cada ángulo permitido por su vista.

El Asesino sin Emociones (Gore)(Historia Propia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora