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Era una noche bastante fría, y las calles estaban en total soledad. Se podía oler el pavo recién hecho y escuchar las risas y los cantos de todas las familias que se habían reunido para este día. Noche buena o víspera de navidad.
Las aceras estaban resbaladizas y llenas de nieve, humo escapando de las chimeneas y algunas personas con regalos llegando tarde a la cena.Todas las personas se encontraban con sus familias, felices, en sus calidos hogares llenos de amor.
En cambio él se hallaba caminando sin rumbo por las frías y solitarias calles, pues prefería eso que estar solo en su departamento y recordar que no tenía a nadie, ni un pez con quien poder pasar la festividad o el resto del año o de su vida.
Estaba solo, sin nadie, como siempre.Realmente no le importaba, puesto que sí tenía a alguien, o tal vez no.
Él tenia una voz gruesa y hombros anchos, el cuerpo ejercitado, una cabellera castaña y con rizos, los cuales jamás estaban en orden y estaban salvajemente alborotados la mayoría del tiempo, sus ojos verdes eran hermoso pero, el siempre los cubría con pupilentes de color café y escondía sus rizos bajo gorras; siempre ocultaba sus aspectos físicos mas sobre salientes, pues ya no quería ser él.
Entro en un restaurante de comida mexicana, que lo atendían empleados solitarios, pero no eran como él. Se sentó en la mesa mas alejada y escondida de la vista de todos, aunque nadie se encontrara en el lugar, ya era una costumbre de él. El mesero llego, tomo su orden de una cerveza nada mas, el mesero se retiro y en un par de minutos su orden llego.
Bebía en paz su cerveza, disfrutaba el sabor amargo en su boca, el quemar de su garganta cuando esta pasaba le resultaba placentero, de esos pequeños placeres que da la vida y deben disfrutarse.
Veía por la ventana del local como los copos de nieve caían tranquilamente, muriendo al tocar el suelo, disfrutaba ver como estos se extinguían en el, como acababa con la existencia de estos pequeños y maravillosos copos, todos con formas diferentes, pero no dejaban de ser copos, y eso era lo que le gustaba de ellos, de observarlos, eran parecidos, pero no iguales, tenían semejanzas, pero también sus diferencias.
La habitación era calida, en cambio él la sentía tan fría como si el invierno se hubiera apoderado del pequeño lugar. Podía ver la diminuta y ligera tormenta que se había soltado dentro-Dentro de su cabeza- como los copos azotaban su rostro y a la vez veía algunos caer.
La puerta se abrió, pero no se inmuto, quedo perdido en su fascinación con la imaginaria ligera tormenta blanca. Un par de ojos miel se asomaron por la pequeña brecha que había dejado la persona al abrir la puerta, asegurándose de que el interno estuviera despierto.
-Feliz noche buena, joven Louis -Dijo una voz femenina que provenía de una joven mujer, que sólo por un par de años era mayor que el chico de la tormenta mental.
Entro finalmente al cuarto con la comida correspondiente del día. Esta vestía la típica prenda azul de enfermera de siempre, un pintalabios ligeramente rojo que hacía resaltar el contorno de su boca y sus blancos dientes al sonreír, no llevaba la típica gorra blanca de enfermera en cambio de ella, ese día, por ser víspera de navidad, llevaba un gorro de santa. Sus ojos buscaron por la habitación y se posaron en el joven que se hallaba echo un ovillo en su cama, jugando con algo inexistente en el aire.
-Que bellos son-Susurro por debajo, pero lo suficiente alto para que la enfermera escuchara.
- ¿Los copos?-Pregunto esta, siguiéndole el juego y acercándose lentamente hacía Louis, hasta quedar a un paso de la cama.
Él asintió.La enfermera no podía ver ningún copo, pero el negarle de la existencia al paciente, podía desatar un derrame de emociones que le llevarían a un quiebre y nadie quería un espectáculo ese día. En cambio, Louis, podía ver su pequeña habitación cubierta de blanco y montones de copos caer y decorar el lugar un poco más. Tan solo pensar en que si fuera posible el poder tocarlos, haría un inmenso muñeco de nieve, como aquellos que hacía con su hermana de pequeño.
-Te traje una comida especial -Dijo en un tono suave y calido, no quería alarmarlo- Chocolate caliente y galletas en forma de pinos y muñecos de nieve. -Dejó la bandeja plateada en una esquina de la cama, la cual también contenía sus medicamentos.
El muchacho solo sonrío y así la enfermera se retiro del la habitación.
Al cerrar la puerta, esta hizo un fuerte sonido, haciendo sacar a Louis de su pequeño trance. Parpadeo, sacudió su cabeza y volvió a la realidad -Al menos a parte de ella- Se incorporó y se sentó sobre sus piernas, llevándose la bandeja a su regazo, tomo las pastillas y se las trago en seco, después se paso un poco de chocolate caliente para quitar el amargo sabor de los medicamentos, los cuales hace tiempo dejaron de hacerle efecto. Cogió una galleta y se la extendió a su pequeña hermana que se encontraba en una esquina de la habitación.
-Vamos, tómala Lottie-Le dijo al vacío. -Debes comer, mira lo delgada que estas-Hizo una mueca de confusión-Tu adoras las galletas de formas.
El silencio invadía la habitación, pero no sus pensamientos. Él podía ver a su hermana, podía ver vida en los ojos de ella, luego confusión, después horror, hasta que comenzaba a susurrarle que se hiciera daño, que se viera, que no era él.
Lanzó la comida y se miro en la bandeja plateada, vio su reflejo, un poco distorsionado pero, él no parecía notarlo, podía ver con claridad su cabellera de un castaño acercándose al negro, sus ojos azules como el cielo, y a veces como la noche, con bolsas en ellos, sus labios resecos.‹Acaba con todo›
Le susurraba su hermana, que ahora se encontraba cerca de su oído, acariciándole el cabello
‹Este no eres tu›
Se quedo mirando un momento, hace tiempo no veía su reflejo, no recordaba como era. Al verse veía a otra persona que no era él, pero no podía saber como era, jamás había visto su reflejo real. Su familia jamás le permitía verse en los espejos, así que la primera vez que se pudo ver, fue en un charco provocado por la lluvia que se hallaba en el patio de la escuela, al verlo, este comenzó a gritar, a golpear ese charco, provocándose solo daño a él, sus compañeros se asustaron, los maestros no sabían que hacer, él estaba como loco, golpeando a todo el se acercaba, rara vez iba a la escuela, y cuando lo hacía, siempre había un escenario como este, se necesitaba hablarle a sus padres para que pudiera calmarse. Cuando llegaban a su casa, el padre del pequeño lo llenaba de medicamentos para que se tranquilizara y después lo encerraba en su habitación, donde él lloraba abrazadl de su almohada, dónde los medicamentos hacían efecto y lo llevaban a conciliar el sueño, el cual duraba hasta el medio día del día siguiente.
Metió la mano debajo de la almohada y saco un pedazo de vidrio roto debajo de ella, el cual había guardado cuando había hecho un escándalo el baño y trozo el espejo de este, insistiendo que su reflejo era un impostor.
Comenzó a gritar, a lanzar todo lo que estaba a su alcance.
- ¡Desaparece!-Grito y se hizo una cortada en su sien derecha, la cual al instante comenzó a sangrar.
Estaba cansado de verse y no poder reconocerse. De ver solamente a un extraño y no poder ver el ser despreciable que era.Los enfermeros entraron rápidamente a la habitación en cuanto escucharon el grito que dio el interno.
-Joven Louis, contrólese, déjenos ayudarlo-El castaño al escuchar lo que le habían dicho, se altero mucho más, él ya sabía lo que significaba ''Ayudarlo'' llenarlo de más medicación inútil, que, lo único que lograba era meterlo más al poso de su demencia, a la oscuridad de su locura y lo hacían perderse mas en la ilusión. Se lleno de pánico y horror que la adrenalina se apodero de él, lanzo un cabezazo al enfermero que la sostenía, con una fuerza que él misml no conocía, dejándolo inconsciente y provocando un leve mareo.
Los enfermeros se concentraron en su compañero, dejándolo suelto. Salió corriendo de la habitación, con sus pies descalzos golpeando las baldosas blancas y frías, con su uniforme de interno. Conocía cada horario, de cada enfermero del lugar, cada cambio que hubo durante los 10 años que estuvo encerrado en aquel lugar, no los desperdicio.
Llego a la entrada principal, para su suerte, el guardia se había quedado dormido y él sin esperar corrió hacía la salida. No paro, ni cuando la alarmas del lugar comenzaron a sonar. Él sólo corría sin destino alguno, sin plan alguno, sin algún lugar dónde poder ir.
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Cuando salen las estrellas. (L.S)
FanfictionLas lagrimas mojaban las mejillas de Louis, Harry tan sólo se desmoronaba más. Él quería poder quitarlas, decirle que todo estaría bien y poder callar sus sollozos con un corto beso, para después susurrarle un ''Te amo'' . Pero ambos sabían que no s...