Cuando salen las estrellas. (L.S)

CAPITULO 2

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CAPITULO 2

Harry estaba caminando por las calles frías de Londres, ya pasaban de las 3 de la mañana, se encontraba de regreso a su casa, a lo lejos se escuchaban unas alarmas, busco con la mirada de donde provenían estas y se percato de un edificio el cual estaba rodeado de patrullas policíacas. No pensó que el edificio que quedaba a un par de cuadras de su casa se tratase de un loquero.
Lo pasó por alto y siguió su camino.
Recordó aquella casa donde vivía de pequeño, junto a sus padres y hermana, de la gran traición que cometió, pero el no sabía que era una traición, él sólo quería ayudar.Sacudió su cabeza, tratando de sacar aquel recuerdo de su mente. Era algo desagradable saber que hizo algo así, trato de remediarlo, pero todo fue en vano.
Estaba a unos pasos a llegar a su casa cuando algo lo tumbo, quitándole la billetera, algo blanco se quito de encima de él y corrió como si le persiguiera un león hambriento. Harry solo vio como un par de ojos azules y una cabellera acercándose al negro salio corriendo y le perdió de vista, junto con su billetera, le ignoro, pues en ella no llevaba cosas con importancia, ya que solo tenía la licencia de conducir, la cual tenía información no real y tan solo 100 dólares y algunas monedas. Entró a su casa, se encaminó hasta su cama, la cual quedaba apenas entrando, no era una casa grande, solo tenía lo esencial, baño, cocina, recamara y un pequeño cuarto de lavado, el cual, la lavadora siempre tenia ropa pintada de un oscuro color rojo, por mas que lavara, no se quitaba. Encendió el televisor que se hallaba frente a su cama. Puso una tonta película navideña, pues es el lo único que consistía la programación en aquella época.Cerró los ojos y en lo único que podía pensar era en el gran regalo de navidad que daría en unas horas.Les quitaría a todos lo que mas quería, como se lo quitaron a él ese mismo día hace 13 años.

{...}

Louis se encontraba escondido dentro de un callejón, contando el dinero del chico de ojos cafés -Los cuales detrás de los pupilentes eran esmeralda- Soltó un bufido al ver lo poco que traía.
Sus parpados estaban pesados, realmente estaba exhausto, después de tanto deambular por las frías calles, esperando de no morir de hipotermia.
Sentía como el frío se empezaba a colar sus los huesos, causando una sensación de escalofríos recorrer tuda su anatomía. Se abrazo en busca de calor, tratando de parar esa sensación. Busco algo donde poder descansar al menos un par de hora, y a la vez que le pudiera proteger un poco del frío que ahora sentía. Encontró algunos periódicos y cartón viejo, se acurruco en ellos, así pudiendo conciliar el sueño.
Se podía ver los primeros rayos de luz que iluminaban la pequeña ciudad.
Louis abrió los ojos lentamente, tratando de acostumbrarse a la luz del día.Hace años no la veía, al menos no afuera de la fría habitación del Psiquiátrico, en el la podía ver a través de la pequeña ventana abarrotada.
Se quito los periódicos y el cartón que había utilizado de escudo contra el frío. Se levanto y se trato de dar calor él solo mientras frotaba las manos en sus brazos. Suspiró, dejando salir vapor se su boca. Tenía los labios ya un poco morados, tenía que darse calor o si no moriría congelado.
Caminaba con los pies descalzos, que cada vez que estos chocaban contra el pavimento un escalofrío le recorría el cuerpo.

No había tráfico, era domingo, Navidad y todos se encontraban dormidos a esas horas hasta que los infantes se despertaran en busca de lo que Santa les dejo, aparte de que nadie trabaja ese día.

Salto una pequeña cerca de madera, entrando al jardín trasero de una casa y agarro un par de prendas que se encontraban secándose, unos jeans desgastados, una camisa negra y una sudadera azul oscuro que le quedaría gigantesca. Encontró un cuarto de herramienta, dentro se encontraban un par de botas negras de Zuela gruesa y de cordones, con algunos raspones en las puntas. Se cambio adentro del pequeño lugar lleno de herramientas de jardín y de mecánica.
No sabía que hacer con su ropa de interno, si la tiraba, solo dejaría rastro de él. Busco entre las herramientas y halló un pequeño bote de gasolina y cerillos, pensó en quemarlas, pero después habría humo, los bomberos, algunas autoridades llegarían y lo encontrarían, así que la idea quedo descartada.

Escucho una rama crujir fuera de donde se encontraba, después unas pisadas, una ligera alarma despertó en su cabeza, sonando a la lejanía, pero aún así podía escuchar la advertencia de peligro que este daba.
Buscó algún lugar para que no lo encontraran, se escondió detrás de unas cajas, las cuales no lo dejaban a la vista.
‹Vienen por ti>

‹Volverán a encerrarte›

La puerta comenzó a abrirse.
Un anciano de unos 70 años, con anteojos y ropa a cuadros, acompañado de un muchacho más joven, de unos 19 años, entraron.Louis los veía con atención y pánico desde su escondite, rogando no ser descubierto.
‹Van a usarte, van a lastimarte como lo hicieron antes›
― Busca en aquellas cajas-Le dijo en anciano al chico.
Este hizo lo que le pidió y movió una caja. El castaño cerro los ojos, se hizo invisible. Se tapo la cara con sus manos, e hizo oído sordo a la voz del chico que lo llamaba.
Al ver que no se movía... Lo toco.
La alarma se hizo mas fuerte en su cabeza, el enojo, la frustración, el miedo, todo
encendió en su pequeña y dañada mente.
El pánico se apodero de él. Comenzó a gritar y a golpearlo, con algunas lágrimas a punto de salir, pero sus parpados que se encontraban fuertemente unidos las bloqueó.
― ¡Aléjate!-Grito con un hilo de voz, antes de que su vista se nublara y su cuerpo cayera.

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