Hasta que la nieve se derrita

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Frío, soledad, confusión, depresión... unos cuantos sentimientos que se despertaban en el interior de Adam.

Era normal esta situación, para él era casi como estar contento. Era su rutina, una rutina de sentimientos que no cambiaba desde hacía demasiado tiempo, un tiempo que nunca recuperaría.

Pero a Adam esto no le preocupaba,  para él esto era perfectamente normal, ya que no tenía con quien compararse. Estaba solo, sin amigos.

Se levanto despacio de su cama, fue al baño y volvió a la cama a envolverse entre las mantas, un lugar donde estaba completamente a salvo, donde nadie le podía hacer daño.

- Levántate vago de mierda- gritó alguien desde fuera de su habitación.

- Oblígame si puedes vieja- gritó Adam desde su lío de mantas.

Era Emy, su prima mayor. Vivía allí con ella y con su novio, Andrew, a falta de un hogar propio, lo que producía a menudo muchas disputas.

Una noche, Adam se quejaba de que no podía pegar ojo muchas noches a causa de sus ''juegos nocturnos''.

A respuesta de esto, Amy le pegó un bofetón y lo trasladó a la habitación más alejada de la suya.

- Sigo sin entender por qué tiene que quedarse aquí con nosotros- le soltó una noche Andrew a Amy una vez que creía que Adam estaba dormido.- Me corta el rollo cuando estoy...

- Ya, ya lo sé. Pero tienes que entenderlo: no tiene hogar ni más familia, ni trabajo ni dinero, es un estudiante todavía. No puedes pedirme que lo deje en la calle a su suerte.

- Orfanato- Soltó de repente Andrew entre dientes

- Ya es mayor de edad, además nos sobran habitaciones y el chaval nos ayuda bastante con las tareas de casa- insistía ella. Parecía estar buscando cualquier oportunidad para quedárselo.- por favor.

- Hasta que se derrita la nieve, ¿de acuerdo?







El comienzo de EscarchaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora