CAPÍTULO 5

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Aitana

Mi madre se dirigió a abrir la puerta mientras Trevor y yo nos mirábamos con el ceño fruncido.

- Buenos días, podría ayudarles en algo caballeros. - oí decir a mi madre a la vez que yo iba acercándome más a ella y le decía a Trevor que permaneciera en la cocina.

Cuando me encontraba junto a ella, salude a los señores que estaban detrás de la puerta. Por su aspecto parecían policías pero si así era ¿porque estaban aquí?, no habíamos incumplido ninguna norma. Eran dos hombres altos, corpulentos y de pelo alborotado con los trajes civiles grises, pero sus caras eran siniestras y peculiares. Empecé a tenerles miedo, lo cual no ayudó que de un empujón apartaran a mi madre y entran en nuestra casa.

- Pero bueno que casa más bonita seguro que no os importa compartirla.- dijo uno de ellos ladeando una sonrisa que no llegaba a mostrar sus dientes.

- Creo que yo prefiero a esta jovencita de aquí. - contestó el otro señalándome con su dedo a la vez que una fuerte y sonora carcajada salía bruscamente de su boca; lo que provoco un escalofrió por todo mi cuerpo.

Tenía mucho miedo y estaba segura de que esos hombres no eran polis, pero un acto de fuerza me obligó a responderles.

- No sé a que han venido a nuestra casa porque no hemos incumplido ninguna norma, así que si son tan amables...

- Pero si es de las peleonas. - me interrumpió el más alto de los dos.

- Aitana vete ahora mismo a tu habitación y llévate a Trevor contigo. - me mando mi madre.

- No. No creo que nuestros amigos tarden en llegar y nos gustaría que la chica estuviera con nosotros. - volvió a responder el hombre más alto.

Justo cuando me disponía a seguir el consejo de mi madre un tremendo ruido sonó en la cocina. Corrí hacia allí y vi como cuatro chicos más habían conseguido entrar por la puerta de la cocina rompiendo el cristal que cubría la mayor parte de la puerta. Les miré uno a uno hasta que distinguí una cara que me era familiar.

- ¿Christopher? - no me contestó.

- ¿Que es lo que estáis haciendo? ¿Que...que queréis? - volví a preguntarle. Pero el siguió sin contestarme.

Los cuatro avanzaron un paso y dirigieron sus miradas hacia los muebles de la cocina, especialmente a un armario de dos puertas donde, de vez en cuando, se podían percibir algunos movimientos. Fue entonces cuando me percaté de que no había ni rastro de donde estaba mi hermano. Los hombres se dirigieron hacia el armario y abrieron las puertas. Mi hermano salió de él y mi cara palideció. No me daba tiempo a procesar todo lo que estaba pasando y no podía pensar ni reaccionar al mismo tiempo.

- ¡Soltarlo! - grite llena de rabia.

Christopher sonrió y cogió a mi hermano del brazo. No podía soportar ver la cara de miedo de mi hermano. Él siempre es el fuerte pero yo soy la mayor, yo soy la que tengo que protegerlo y no estoy siendo capaz de hacer nada para impedir que se lo lleven. Mi mente no puede comprender porque están haciendo esto, porque justamente tiene que ser Christopher.

- No te preocupes Aitana, nosotros cuidaremos bien de él. - dijo Christopher.

- Ni se te ocurra tocarle un pelo más o lo lamentaras.

En ese momento Trevor se puso a gritar y yo me dispuse a apartarle de aquellos hombres. Pero fue demasiado tarde cuando Christopher pronunció esas odiosas palabras.

- O quizás no.

Sacó una enorme hoz que no había visto hasta ahora y le cortó el cuello lentamente mientras veía como mi hermano se retorcía de dolor. Sus gritos inundaron la cocina mientras la sangre comenzaba a salir bruscamente de su delgado cuello. Me quede petrificada al ver como la cabeza de mi hermanito caía al suelo y su cuerpo pequeño y menudo caía después. Christopher se agachó y recogió la cabeza por los pelos, metiéndola en un saco. Al fin mi cuerpo y mi mente reaccionaron y comencé a gritar mientras mis rodillas se debilitaban haciéndome caer al suelo.

- No te preocupes querida, ahora tú le acompañaras. - dijo con una macabra sonrisa.

No podía entenderlo. Christopher era el padre de Jack. El hombre que tenía delante, que había entrado en mi casa rompiéndolo todo, destruyendo mi vida y matando a mi hermano, era el padre de Jack. No me lo podía creer. Esto confirmaba lo que pensaba, que no te puedes fiar de nadie. ¿A caso el comportamiento de Jack de estos últimos días hacia mi hermano se debió a que sabía lo que iba a hacer su padre?

Las lágrimas no cesaban y mi voz era apenas audible a causa de los gritos. Mi mente no paraba de dar vueltas y la rabia empezaba a resurgir de una forma tan intensa que no sabría si la podría controlar. No me quedaba otra, ellos eran cuatro y yo una y mi ma...¡mi madre! Nada mas pensar en ello, me seque la cara empapada y me levante del suelo. Corrí hacia el salón hasta que vi el cuerpo de mi madre tendido en el suelo y sin cabeza.

- ¡No! ¡No! ¡No! - grité.

Sentía que la cabeza me iba a estallar y tenía los puños tan fuertemente cerrados que la sangre comenzaba a salir por la presión de mis uñas sobre mi piel. Estaba tan enfadada que no me di cuenta de que los 6 hombres me habían rodeado formando un círculo.

- Creo que es ella.- dijo uno de los hombres.

Les miraba con odio y asco, aguantándome las ganas horribles que tenía de arrancarles la cabeza uno a uno lentamente como ellos habían hecho con mi familia. Como iba a poder vivir sin ellos, si es que vivo.

Intente salir del círculo pero me fue imposible, uno de ellos me agarro por la cintura, me dio la vuelta y agarro fuertemente mis muñecas. Rápidamente dio un ligero golpe a mis rodillas provocando mi caída al suelo con la cara, ya que tenía mis muñecas amarradas. Noté como agarraba mi pelo y lo enrollaba alrededor de su mano para que tensara mi cuello y así poder tener mayor acceso a él. Podía oír el filo de la hoz oxidada acercándose a mí, aproximándose lentamente como si yo fuera su alimento, como si yo fuera su presa. No pensé nunca que moriría así. Daba por hecho que la principal causa de mi muerte sería el hambre, la falta de comida, no esto.

La hoz ya estaba casi en mi cuello listo para ser separado de mi cuerpo cuando la voz de Christopher inundó la sala.

- No. A ella ponerla el saco en la cabeza y montarla en el coche. El jefe sabrá qué hacer con ella.

No lo entiendo. ¿Por qué yo, por qué seguir alargando lo inevitable? Sin mi familia no tiene sentido continuar viviendo, aunque no creo que me tenga que preocupar por eso ya que en cuanto vean que no soy la chica que estaban buscando me mataran.

Otro de los hombres que estaban en el círculo se acercó a mí con una bolsa que poco después estaba sobre mi cabeza y entre ellos me agarraron y me subieron al coche.

Después de lo que había parecido ser una eternidad de intensa agonía se abrieron las puertas y me sacaron del coche. Diferentes tonalidades de luz se colaban por la tela resquebrajada de la bolsa. Miré hacia los tonos más intensos de luz para poder distinguir algo pero se dieron cuenta ya que al poco una afilada y gruesa aguja atravesaba mi piel inyectando un líquido fresco y picante. Mi cabeza giraba a un ritmo acompasado con mi cuerpo haciéndome olvidar las desgracias del día. Mis pasos eran lentos y pesado, tanto que cada vez me costaba más caminar. Al final terminé cayendo sobre mis rodillas ya doloridas contra el duro suelo. En ese mismo momento, todo oscureció.

Caminando entre mundos ( Sangre oscura )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora