Prologo.

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Habían pasado dos meses.

A Maya le costaba respirar, estaba atada a una silla de madera.

Sentía el frio suelo en su mejilla, las manos aun atadas en la parte trasera de la silla, que le faltaban dos patas por culpa de la última caída provocada por un puñetazo de su torturador, así decidió llamarle después del mes de estar ahí.

Era alto, como tres años más grande que ella, y lo podía sentir por la energía en que cumplía las órdenes de su jefe, el cual sonreía frívolamente cada vez que ella se quejara, y ella trataba de evitarlo, pero esta última semana había sido dura.

Podía sentir su cuerpo pesado, adolorido, los huesos rotos, de alguna de sus costillas, de su pierna, las raspaduras y moratones en todo su cuerpo, le seguía costando respirar, ya no le quedaban fuerzas para quejarse.

-¿Quieres hacerte la fuer?-pregunto divertido Ethan, el chico que había provocado todo ese dolor y sufrimiento.

-¿Sucede algo Ethan?-pregunto esa voz fría que solo de escucharla a Maya se le retorcía el estómago y sentía un escalofrió en todo su mallugado cuerpo.

De la boca de Maya salieron susurros.

-¡Habla mas fuerte!-Ethan le ordeno tomándola del cuello y parándola en las únicos dos soporte de la silla.

La chica esbozo una sonrisa arrogante y llena de confianza detrás de ese corto y enmarañado cabello rizado-se lo habían cortado hace dos semanas ya que de alguna manera se enteraron que a ella le encantaba, aunque se quejara todo el tiempo- le dolía todo y aunque esa sonrisa le costaba muchas fuerzas la mantenía, con más fuerza y desde su garganta, hablo.

-Te van a encontrar-ellos gruñeron y ella estaba sorprendida que su voz no hubiera salido como un quejido, ni hubiera tartamudeado.

-Ethan-la voz del captor hizo el tono que a Maya tanto le daba miedo.

Y de un momento a otro ella se encontró en el suelo.

Salió de su boca un desgarrador grito.

Su corazón estaba palpitando más fuerte. Ethan no se quedó satisfecho, porque con la suela de su bota militar la empujo hasta el otro extremo del salón, derrapando por el sucio suelo y abriéndole más rapaduras pego contra la pared, tanto era la fuerza que pudo Ethan que la silla quedo hecha trizas, sintió un nuevo dolor en su muslo y luego algo húmedo. Era sangre, ella sintió como empezaba a perder más y más sangre.

-A ver si sigues retándome-Ethan hablo cerca de su rostro, apenas lo podía ver por la oscuridad del cuarto en donde estaban, pero vio un atisbo de enojo.

De la garganta de Maya salieron quejidos, su corazón se oprimía, su respiración estaba fallando.

-Al parecer no eres tan ruda-hablo el otro sujeto al otro lado del oscuro cuarto.

Quiso darse aire con las manos pero al momento de querer ponerlas frente a ella sintió el escozor de las heridas que las cuerdas le habían provocado de tanto esforzarse por deshacer el fuerte nudo, se estaba empezando a desesperar, sabía que no iba a aguantar más. Ya no tenía suficiente fuerza.

Pequeños fragmentos de lo que había vivido, de su corta vida, pasaban ante sus ojos, mientras que su cuerpo estaba debilitándose cada vez mas, las caricias de su madre, los abrazos de su hermano, las risas con sus amigar, la felicidad de saber que su madre había encontrado a alguien que la hiciera feliz, una imagen de Patrick y su madre felices, los besos de Rafael- no sabía porque los recordaba pero lo hacía- los momentos con los chicos, su graduación, su carta de aceptación, descubrir lo que era su padre y Aleix, sus besos, sus caricias, el momento en el que se entregó a él, todas esas veces que estaban piel contra piel haciéndose uno, las palabras que le decía, sus ojos grises brillando y luego llenos de desesperación, fue lo último que vio cuando la trajeron ahí, a su sufrimiento.

Vio una luz, y no pudo descifrar que era, perdió la conciencia.

¿A caso estaba muerta?

|��.T��|



One Wrong Step And Are In DangerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora