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Entré y te encontré sentado
en mi lugar, bueno, en el
lugar donde todos los días
logró estar.

Me sonreíste y me extendiste
un frapuccino, me diste el
dinero del muffin porque no
sabías si me gustaba o no.

Me dijiste tu nombre, yo te
dije el mío.

Estuvimos charlando y riendo
durante un largo rato, hasta
que te llamaron.

Me dijiste que debías irte y que
otra día volveríamos a charlar,
me saludaste con un pequeño
y rápido beso en la mejilla, y te
fuiste.

Este que ha sido el mejor
día de mi vida.

...

Editado el: 13/02/2017

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