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Hoy volviste a mirarme mal,
cómo lo hacías anteriormente,
¿a caso he hecho algo mal?

Me acerqué a saludarte, hiciste
caso omiso a mi "¡Hola!
¿Cómo estás?" y te colocaste
tus auriculares.

Caminé humillada hasta mi
asiento, agaché mi mirada
y bebí de mi frapuccino.

Sentí las miradas de pena de las
personas que me vieron intentar
hablar con él, pero no me digne
a mirar quienes eran.

¿Qué fue lo que le hizo cambiar
de idea?

Ayer le conté cosas de mi e
incluso le dije como me sentía
últimamente, aunque el no me
contó nada de él... creo que me
confíe demasiado.

Tomé mis cosas y salí de ahí,
no iba a dejar que nadie vea
mis lágrimas...

...

Editado el: 13/02/2017





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