Era la primavera de 1803, cuando mis tíos y yo realizábamos un viaje por el norte de Inglaterra. Esa misma mañana habíamos salido de la posada en la que habíamos pasado cuatro días y ahora nos dirigíamos a nuestro siguiente destino. Mientras las ruedas del carruaje traqueteaban, yo leía mi libro con una tranquilidad que hacía mucho no encontraba. Mis tíos hablaban suavemente, cuando una exclamación por parte de mi tía me hizo levantar los ojos del relato. A lo lejos se podía observar una gran y lujosa casa, sobre una colina. Los rayos del sol de la mañana le daban un aspecto brillante y fresco. Los jardines que la rodeaban resplandecían con un color verde que solo se encontraba en las más grandes casas del país, aunque su vista dejaba un gusto salvaje y libre debido a los manchones de flores silvestres que crecían sin impedimento. Fue esto en lo que me fijé principalmente, ya que no tenía demasiadas inclinaciones por la arquitectura. Mis tíos cuchicheaban mientras yo había quedado absorta en el prado y en su prolijidad. Entonces, se me ocurrió preguntar de quien era la casa. Mi tío, sin voltear a verme, me contestó:
-Es la mansión de Lady Jane de Stephen.-
No tenía idea de quién se trataba, por lo que seguí escuchando.
-Es un de las mujeres más ricas de la zona- agregó mi tía- pero también una de las más solitarias. Su esposo ha muerto hace varios años ya, dejándola sin ningún hijo que la acompañe-
Por un momento, me dio lástima la pobre mujer. Podría tener la casa más grande del lugar, pero ¿Qué era una enorme mansión sin familia para compartirla? Pensé que allí habría terminado todo cuando mi tía volvió a hablar.
-Eso debe ser lo que la lleva a anhelar invitados siempre. Se dice que muchas veces ella va a buscar a los viajeros a la posada del pueblo que está a unos kilómetros de aquí para ofrecerles hospedaje en su casa. Como ves, Sharon, es una mujer muy humilde que no deja que el rango sea un impedimento para relacionarse con otras personas.-
-A pesar de su gran humildad- agrego mi tío- creo que esto es un gran peligro para su propia persona. ¿Quién sabe con qué tipo de persona puede encontrarse uno en una posada?-
Mi tía lo miro con reproche. Siempre conservaba su buena fe y su confianza en las personas. A pesar de que yo valoraba su buen corazón, muchas veces me parecía algo ingenuo que pensara de esa manera. Se lo había dicho algunas veces, pero nunca había cambiado de parecer. Nadie hizo ningún comentario más al respecto.
Permanecimos unos minutos más en silencio hasta que nos interrumpió otro sonido. Era el traqueteo de unas ruedas, que venían por detrás de nosotros y estaban alcanzando nuestro carruaje. Este apareció del lado donde estaban sentados mis tíos, por lo que tuve que contentarme con una visión parcial y cubierta de lo que estaba ocurriendo. Cuando ambos carruajes estuvieron cabeza a cabeza, pude observar la escena que se desplegaba en la ventanilla. Unos cuatro caballos avanzaban a paso majestuoso por el camino bordeado de manzanos en flor, y el alegre y joven sol de Marzo se reflejaba en su bien cepillado pelaje color ocre. El cochero toco su sombrero, a modo de saludo, cuando nos vio. Les respondimos con una sonrisa, e inmediatamente pudimos observar quien iba escoltada en aquel birlocho. Una dama, con cabello ya níveo, peinado de tal forma que la hacía ver alta y esbelta, coronado por una pluma color escarlata, combinando con su vestido del mismo color. A pesar de la majestuosidad de aquella mujer, su rostro denotaba un cierto aire de tristeza y melancolía. Mis tíos se miraron sorprendidos al ver quien era la dama en cuestión. Intercambiaron susurros y, cuando ella los vio, mis tíos bajaron la mirada e hicieron una improvisada inclinación dentro del pequeño carruaje. Seguía sin saber de quien se trataba. La mujer respondió al saludo con una sonrisa, pero al observar nuestro carruaje y nuestros baúles en él, su rostro se iluminó y le hizo frenéticas señas a su cochero para que frenase, mientras él le decía lo mismo al nuestro. Mis tíos estaban anonadados y no pudieron hablar por unos minutos, mientras en sus rostros se podía por demás ver que no sabían que pasaría a continuación. Cuando ambos hubimos parado, ellos se bajaron del carruaje y se acercaron al de la dama. Yo bajé después, agradecida de poder finalmente estirar las piernas. Ya mis tíos habían comenzado a hablar cuando me acerqué a ellos. Ambos se mostraban más que sorprendidos. No entendía nada de lo que estaba ocurriendo. Entonces, mi tío balbuceó unas palabras.
–Su señoría, sería un gran honor para nosotros, pero no abusaríamos así de su hospitalidad...-
Seguía sin entender nada. Entonces, ella le contesto, con una de las sonrisas de mayor placer que había visto en mi vida.
-Oh, nada de eso. Me siento muy sola en una casa tan grande y sin más compañía que la de mis viejos criados. Son más que bienvenidos-
Mis tíos se miraron entre sí. Mi tío se frotaba las manos, nervioso, y mi tía no dejaba de acomodarse la falda de su vestido. Entonces, me dijo:
-¿Qué piensas de esto, querida Sharon?-
La dama parecía no haber notado mi presencia, pero cuando mi tía me dirigió la palabra, su rostro se ensombreció. Pude notar aquel cambio, ya que, a diferencia de mis tíos, no estaba en absoluto nerviosa. En realidad, estaba completamente confundida. Presentía, por cómo se comportaba mi familia, que estábamos ante una señora muy importante, por lo que hice mi mayor esfuerzo para recurrir a los mejores modales que creía poseer.
-Eh, discúlpeme, tía, pero no podría dar una opinión franca con respecto a lo que usted me pregunta ya que no sé cuál es el significado de la misma-
Mi tía recordó que yo acababa de bajar del coche, por lo que estaba punto de explicarme de qué se trataba todo cuando la dama sobre el birlocho se aclaró la garganta. Mi tía pareció volver en sí y se disculpó con la mujer.
-Discúlpeme, Su Señoría- le dijo- le presento a mi sobrina, la señorita Sharon Edwards-
Hice una reverencia mientras me nombraba.
-Querida, esta es Lady Jane de Stephen, dueña de la magnifica casa que recién admirábamos- y la mujer hizo un leve movimiento con su cabeza, de la misma manera fría y oscura que me miraba.
Ahora entendía todo. Porque mis tíos estaban así, lo extraño de la situación. Pero seguía sin comprender porque nos habíamos bajado del carruaje, todavía teníamos bastante viaje por seguir. Entonces, mi tía siguió hablando.
-Querida, Su Señoría ha sido tan amable para invitarnos a pasar unas semanas en su hogar para descansar, ya que le comentamos que estábamos de viaje y todavía nos esperaban bastantes días para llegar a nuestro próximo destino. -
-En realidad, había ido a la posada a buscar viajeros- dijo Lady Jane- como es mi costumbre. Desafortunadamente, parece que nadie había decidido viajar hoy, por lo que estaba regresando a mi hogar sola como partí-
A pesar de que su discurso podría llegar a causar pena en algunos de sus oyentes, no me conmovió en absoluto. Su mirada se había transformado en altiva y sus modales, en orgullosos. Mis tíos solo parecían agradecidos y seguían nerviosos, pero yo ya había decidido que aquella mujer no me agradaba. No me importaba su rango, su fortuna o su gran casa. La mujer siguió hablando:
-Mientras me disponía a regresar, pude notar su carruaje y al verlos a ustedes- se dirigió a mis tíos, mientras volvía a cambiar su rostro a uno amable y misericordioso- con sus baúles y en viaje, solo pude emocionarme ante la expectativa de poder tener huéspedes en mi hogar. Aunque no sabía que eran tres- dijo, finalmente.
En esta ocasión, mis tíos notaron como se comportaba conmigo Lady Jane, por lo que despertaron de aquella nube nerviosa en a que estaban y dijeron, como avergonzados.
-Es verdad, Su Señoría. Debimos de haberle informado que viajábamos con nuestra sobrina. Si es el deseo de Su Señoría de que prosigamos con nuestro viaje, créame que no será ninguna ofensa y nos iremos igual de agradecidos-
La mujer pareció considerar por un momento lo que mis tíos habían dicho. Yo solo la observaba desafiante. Su rango podría permitirle despreciarnos de tal manera, pero no la cortesía ni el deber. Finalmente, recobrando algo de su anterior sonrisa, nos dijo, como sorprendida:
-¿Cómo se le ocurre plantear eso? Jamás me retraería de una invitación hecha. Mi hogar es lo suficientemente grande para albergarlos a los tres- me volvió a mirar con desprecio mientras se ponía de frente y miraba hacia el camino. –Sígannos-

ESTÁS LEYENDO
Debajo del Balcón
RomanceEl viaje de Sharon Edwards y sus tíos dará un giro imprevisible cuando una rica y famosa viuda los invite a pasar unas semanas en su casa. Allí, el carácter rebelde de Sharon y su curiosidad la llevaran tras la pista de uno de los secretos mejores g...