¿Mumei? Está ahí, comiendo...

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¿MUMEI? ESTÁ AHÍ, COMIENDO...

Al elevar la vista, Aika se dio cuenta de que todo el mundo la miraba con temor. Se dio cuenta de que lo que había hecho estaba mal, ¿darle una patada a alguien en la boca hasta tal punto de dejarla tirada en el suelo ensangrentada? ¡Era demasiado!

La chica, atemorizada de sí misma, abandonó el recinto escolar y puso rumbo a su casa sin que nadie lo supiera. La gente le contó al director lo que había sucedido con Aika en la hora del patio, cosa que le pareció una especie de broma, ya que el director sabía perfectamente que Aika, por muy mala estudiante que fuera, y aunque apenas fuera a clase, no haría algo así a nadie. O al menos eso pensaba él, ya que el expediente de la jovencita era impoluto en referencia a las peleas, en todo caso, ella era quien había sufrido maltrato. Rápidamente echó a todas aquellas personas que le habían contado ese suceso y Akise se alegró por ello.

El pobre chico no sabía muy bien que hacer, la verdad, no tenía ni idea. Ni siquiera sabía cómo una chica se convertía de repente en una Yandere, y el no saber eso le dificultaba mucho su labor.

—He llegado a casa —anunció sin ánimo ninguno, estaban sus dos padres en casa, sí, pero ninguno se inmutó al verla llegar tan temprano a casa, por suerte, si es que se le puede llamar suerte, ya no peleaban, pero la madre tenía un morado en el ojo izquierdo, al parecer, la disputa se había resuelto de la misma manera de siempre.

Cuando Aika llegó a su habitación se escuchó un vaso romperse en el suelo, y, de nuevo, gritos, gritos y más gritos. Se volvían a pelear.

En ese momento recordó a un perro que ella tenía, siempre estaba con ella, en las malas, y en las que aún eran peores que las malas. Ese perro era su todo, hasta que un día, en un acto de locura y con ayuda del alcohol, su padre lo mató a cuchillazos y luego lo descuartizó parte por parte delante de la que antes era la pequeña Aika.

Ante tales recuerdos solo le quedaba llorar, pero no lo iba a hacer, por respeto a su perro, haría lo que siempre hacía en esos momentos de depresión: Hacer que aún seguía vivo.

Fue a la cocina sin hacer caso dela pelea y cogió, del fondo de un cajón, comida para perros y se la llevó a su habitación para ponerla en una esquina.

—Ya está, ya puedes comer, Mumei.

***

Después de las clases, Akise salió disparado a dónde Minene le había indicado, la verdad, aunque se picara con ella, le ayudaba mucho.

Al llegar a la dirección correcta se encontró con una casa que estaba en las últimas, antes de llamar a la puerta siquiera, escuchó unos gritos que no pudo descifrar, así que sacó el móvil y comprobó que esa fuera la dirección correcta. No se equivocaba. Era allí.

Llamó a la puerta. Nadie contestaba. Al ver que la puerta no estaba cerrada con llave, pasó. Al entrar vio un salón y al lado una puerta, de allí provenían los gritos, que ahora habían pasado a ser gemidos de dolor. Alguien estaba maltratando a otra persona. A Akise se le paró el corazón por un instante, aunque sonara muy egoísta, el solamente quería saber que la emisora del dolor no fuera Aika, y no, no lo era, lo supo cuando la vio saliendo de una habitación.

—Escuché la puerta —aclaró—. Esos... Son mis padres, está ganando mi padre, como siempre... No hagas caso.

Akise no pudo evitar sorprenderse ante tal comentario, ¿le daba igual que su madre estuviera siendo maltratada por su padre? A juzgar por su cara, seria y sin brillo en los ojos, no. No le daba igual.

—Pero... ¿Estará bien?

—Sí, de pequeña me dijeron que era un juego que tenían los adultos. ¿Tus padres no jugaban a eso? Los míos juegan constantemente, a todas horas. Siempre gana papá, pero mamá me dice siempre que está bien y que no me preocupe, así que nunca me preocupo. Ven, Mumei está comiendo.

Akise prefirió no preguntar, solo seguirla, pero pronto se arrepentiría de ello, ¿Mumei estaba comiendo?

Akise se horrorizó ante semejante imagen. Un perro descuartizado estaba encima de una gran pila de comida puesto de forma que pareciera que comía, al menos, así intentó ponerle Aika.

—Cada vez me cuesta más que coma, mírale, ahí con mucha comida y no prueba bocado. ¿Será que ha dejado de gustarle esa comida? No lo sé, pero al final morirá por estar tan flaco.

Akise volvió a mirar a Aika, pero esta vez con la mano en la boca, intentando no vomitar, la vio con la misma cara seria, pero con los ojos estaban completamente negros, sin expresión alguna.

Algo que Akise creía bonito: Enamorar a una chica. Se estaba convirtiendo cada vez más en un infierno.  

En este capitulo tenía pensado hacer una cosa... si... pero poco a poco se me fue de las manos y no tiene nada que ver con la idea principal, pero... Espero que os haya gustado.




Daría la vida por ti... Porque te quieroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora