Terror

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Chris levantó las cobijas de su cama, se puso la pijama y luchó un poco para tratar de dormir. No dejaba de ver en su mente el rostro de Kevin. Mirándolo. Observándolo. Sin decir ni hacer nada. Parecía solo una estatua fría y carente de toda emoción. Finalmente poco a poco, la oscuridad de apoderó de sus ojos.

Un fuerte olor, como el que había estado en el sótano de Kevin hizo que Chris se despertara. Abrió sus ojos pero no veía absolutamente nada. Todo estaba completamente oscuro. Ni un miserable rastro de luz. Trató de gritar pero de su boca no salió ningún sonido.

El olor se hizo más fuerte y trató de tranquilizarse un poco. Miró fijamente hacia adelante. Comenzó a ver un bulto rojizo que se acercaba cada vez más. El terror se apoderó de Chris cuando aquello tomó forma.

Parecía humanoide, calvo. Con la cabeza y frente llena de arrugas. Su nariz estaba pudriéndose. Donde debieran estar orejas, había unos cuernos, grandes y filosos apuntando hacia arriba. Era lo único que sobresaltaba de su cuerpo, ya que estos eran blancos y parecían ser muy resistentes, de lo que sea que fueran.

No era un humano. Su piel era de un marrón intenso con algunas partes negras. Sus uñas estaban demasiado crecidas. Tenía heridas por todo el cuerpo; desde pequeñas heridas delgadas a enormes desgarres, de los cuales le colgaba carne podrida. Principalmente en su estómago y pecho.

Se acercó tanto a Chris que la cosa logró tocarle el pecho con una de sus manos. Era caliente. El chico sintió un ardor agonizante que a cualquiera lo hubiera hecho aullar de dolor. Unas cuantas lágrimas recorrieron sus ojos. Pero eso no era lo peor; la criatura parecía mirar fijamente a Chris. No tenía ojos, solo cuencas negras. Una sonrisa diabólicamente estaba dibujada en su rostro. De solo verla le causó un dolor en el pecho. El muchacho logró mover sus ojos y su miedo aumentó. Mas criaturas como esa se aproximaban hacia él. Unas más grandes y robustas que otras, pero todas igual de horrendas y llenas de maldad como la que lo había tocado.

No sabía qué hacer, el terror lo invadió. Solo cerró los ojos y esperó sentir dolor. Pero no pasó nada. Los volvió a abrir sintió un alivio al no ver a ningún monstruo cerca de él.

Se dio la vuelta, pero había algo más, una luz tenue comenzó a concentrarse en una pequeña área donde había un cuerpo tirado, acostado en el mismo piso helado en el que él se encontraba. Arrastrándose llegó hasta él y le dio la vuelta.

Sintió náuseas. Era su padre. Tal y como había muerto. Solo que le salían gusanos, arañas y otros bichos de sus ojos, nariz y boca...

-¿Qué tienes? ¡Despierta! -decía la madre de Chris mientras intentaba protegerse de las patadas y golpes que lanzaba su hijo.

Estaba enredado en las sábanas. Sudando.

Poco a poco, él se fue incorporando a la realidad.

-¿Un mal sueño? -preguntó su madre.

A sus ojos le costaron trabajo absorber la cantidad de luz que había en la habitación en esos instantes. Se llevó las manos a la frente y se dio cuenta de que estaba caliente. Sintió la mirada de su madre y él solo asintió. Le pidió que saliera de su habitación para vestirse. Ya casi era hora de ir a la escuela.

Busco sus pantunflas pisando el suelo con los pies pero no encontró nada. Se levantó de la cama y al instante en que lo hizo un fuerte dolor en su pecho lo hizo caer al piso. Le ardía. Poco a poco se irguió, sin embargo, el dolor seguía ahí con la misma fuerza. Como pudo se dirigió al baño, que estaba enseguida de su habitación. Se paró frente al espejo y se levantó la camiseta que llevaba puesta.

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