Tras el incidente, Víctor decidió empezar de cero. Cambió su identidad. Ahora se llamaba Francisco López y además de tutor, era profesor de tecnología. Se cambió a otro instituto, dejando el pasado atrás.
El primer día de instituto fue normal. Se presentó a sus nuevos alumnos, y a sus compañeros de trabajo.
Al siguiente día, un alumno suyo llamado Juan Manuel, con muchos granos, le preguntó al final de la clase que si podía resolverse una duda que tenía sobre dibujo técnico.
- Debes utilizar escuadra y cartabón, nunca a mano alzada. Si es que eres estúpido.
- L-lo siento...
- ¿Lo siento vas a decir después de hacer tal mierda? -Se levantó apoyando las manos en la mesa.
- Profesor. Por favor... No me haga daño.
- ¿Daño? ¿Qué te hace pensar que te voy a hacer daño? -Se sentó.- Yo no hago daño a nadie.
Juanma miró al suelo. - Lo sabemos... Todo. -Volvió a mirar a Víctor.-
- ¿Todo? ¿De qué estás hablando?
- Profesor...
- ¡Cállate! ¡Tus granos me recuerdan al arroz! ¿Y sabes qué?
Juanma retrocedió unos pasos.
- ¡¿Eh?! ¡¿Sabes qué?!
- ¿Q-qué? -Dijo temblando.
- Podemos compararlo ahora mismo.
El tutor y profesor sacó algo de su bolsillo trasero. Era un bote pequeño con arroz dentro.
- Lo llevo por si en casos de emergencia lo necesito. Es como... Mi medicina. El arroz. Pero le falta un ingrediente. Y tú eres el único que puede dármelo.
- ¿El qué? Por favor, no me hagas daño.
- No... Tranquilo. Toma un poco. -Le ofreció tres granos de arroz.-
Juanma se quedó mirándolos.
- ¡Come!
- P-pero...
- ¡Que te lo comas, analfabeto!
El alumno hizo lo que le pedía, totalmente obligado.
- Bien, ahora repite conmigo.
- ¿A quién le gusta el arroz con voces? A mí, a mí.
Juan Manuel rompió a llorar. Sabía que no podía escapar de allí. El profesor haría lo que fuera para no dejar que se escapara.
- Dilo.
- ¿A q-qui... -Seguía llorando.-
- ¡Que lo digas, niño estúpido!
- ¿A quién le g-gusta el arroz c-con voces? A...
- ¡A mí, a mí!
- A mí...
Víctor sonrió. No podía sentirse más orgulloso. Ahora, si él moría, Juan Manuel sería su sucesor.