Defiende tu honor

213 16 3
                                    

PoV: Sigrir

Las horas pasaban rápido en la herrería. Bocón fundía en hierro, Eero pulía las armas, Gruñón dormía, Boom y Sombra ayudaban a mantener el fuego encendido de la caldera y yo afilaba y colocaba las armas. Ya estábamos por terminar y logramos escuchar la voz de Ran acercándose desde la entrada.

-Hey Sigrir. Tal vez tú puedas hacer una espada de llave como premio cuando gane los Juegos del Deshielo.-  decía Ran tomando una daga y jugando con sus dedos con la punta filosa.

-¿Cómo sabes que vas a ganar?- respondí a su comentario, dejando lo que estaba haciendo por un momento.

-Por favor, creo que aquí se sabe muy bien quien es la mejor jinete y atleta de la competencia y de toda la aldea.- contestó ella lanzando la daga a una pared donde colgaba un escudo de madera rojizo.

-No lo se, puede que este año sea diferente. Tal vez... Tal vez hasta yo gane.- dije y pude sentir las miradas de todos los presentes sobre mí. Sombra se levanto de donde estaba y se acerco a mí con una mirada de confusión. Ran hizo un gesto de desagrado y volvió a hablar. 

-Pff... Por favor, eres una pésima jinete que vuela de noche contra la luz del Sol y si lo que tienes de jinete como lo tienes de guerrera, ya sabemos quien ganara entre nosotras dos.-

Tenia tantas ganas de sacar mi espada pero Sombra me detuvo cuando apenas mi mano toco el mango y se escucha el rose del acero sobre la funda.

-Puede que hayas matado a Drago Manodura pero él fue débil ante su propia hija. Tú nunca seras digna de vivir en este clan. NUNCA.-

-¡Ran! Fue suficiente.- hablo Bocón.

-¡Okey, eso es todo! No estoy dispuesta a que manches el honor de los Manodura. Mi padre solo fue una manzana podrida en mi familia pero no me voy a quedar con los brazos cruzados mientras insultas a mi familia y a mi persona.- No me iba a quedar con los brazos cruzados. Me quite a Sombra de encima y desenfunde mi espada, entre Eero y Bocón me tomaron de los hombros pero no pudieron frenarme. Claro que Bocón con solo una mano y Eero con sus guantes de trabajo se les era difícil sostenerme. Ran no se quedo atrás y saco su hacha de doble filo y no faltaban palabras para declarar un duelo entre las dos.

La mirada de Ran cruzo con la mía y supe que tendría que defender mi nombre con o sin la herencia de los Manodura. Sombra y Boom se pusieron entre nosotras pero eso no nos iba a detener pues ambas estábamos dispuestas a dar pelea. Ran tomó su hacha sobre su cabeza y me prepare para bloquear el ataque con el acero de mi espada, pero eso era una distracción pues recibí un golpe en el pecho que me saco el aire y caí al suelo. 

-Uno a cero.- dijo victoriosa mientras acomodaba su hacha en el hombro y yo me levantaba del suelo.

¿Con que esas tenemos, no? Bueno... Que así sea.

Apenas me levante, me reincorpore en el duelo. Mi contrincante ya sabia que no volvería a caer en ese mismo truco, tendría que atacar rápido a mi manera y puede que ella tome mi vista para saber en donde enfocaría mi ataque. No despegue mis ojos de su mirada que brillaba por sus ojos verdes y reflejaban malicia y... ¿Rencor? 

Eso fue algo que no entendía pues ese sentimiento solo lo había visto dos veces en mi corta existencia. Mi hermano, cuando me revelé contra él y Astrid, cuando me presente ante ella justo cuando reacciono al antídoto del veneno y supo sobre mi persona ya hace varias meses atrás. ¿Por qué Ran me tendría rencor? ¿Qué le he hecho yo? Ya tendría tiempo luego de organizar mis ideas, ahora tengo que concentrarme en el duelo. Me puse en guardia y aliste mi espada. Vi de reojo el hacha de Ran y ese poco enfoque no me mostraba la posición en la que estaba pero vi un movimiento rápido y reaccioné cubriéndolo con la espada. Ella movió el hacha y se volvió a colocar en su posición de ataque. Tomo unos segundos para reincorporarse en el combate y aproveche para tirarla al suelo con una barrida de pierna.

-Uno a uno.- dije ofreciéndole mi mano para ayudarla. Ella soló ignoro la oferta y se levanto por su cuenta.

-Bueno, creo que... Creo que no perdí mi tiempo en este combate.- decía mientras se sobaba el hombro pues le dolía después de la caída. Luego de un rato, simplemente se marchó pero tuve la sensación de que algo más profundo paso que solo un duelo, sino una guerra eterna entre las dos. 

-Eso fue raro.- dijo Eero ya tratando de volver al trabajo.

-Y que lo digas.- conteste en un suspiro.


Luces en las sombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora