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Dicen por ahí que las personas tatuadas saben lo que quieren para toda la vida.

Soy alguien con muchos miedos, al dolor de cualquier tipo. Pero siempre que me preguntan la historia de lo que llevo tatuado en la piel no puedo evitar sonreír. Y cuando mi madre está presente no falta el ''no, mamá. La razón verdadera no es que tenía diecisiete años y treinta dólares''.

No sé por qué piensan eso si yo soy mi propio lienzo.
Vale, que le tengo miedo a las agujas y hasta a mi propia sombra, pero eso no me impidió recordarte por siempre. Terminé con algún trauma pero nada de qué preocuparse.


Sobre mi espalda, se levanta un dragón rojo. Tiene una pinta tan majestuosa que me hace pensar que el gimnasio vale la pena, abraza todo mi lado izquierdo. Rojo, con escamas tan definidas como el momento en el que decidí hacerlo. Está escupiendo más humo que fuego (tomen esa, fumadores). Pero lo que más me encanta es tu nombre, escondido entre los trazos de su cabeza esperando que algún día lo veas.

Lo único que sé es que estoy completamente jodida, tal vez a muchos esto les parecerá algún tipo de masoquismo al mencionar que odio las agujas pero me prometí serte sincera. Entonces, espero que después de leer esto te atrevas a aceptar que te amo tanto que me duele.

¡Hey!

No todos expresamos el amor de la misma manera. Lo he dicho.


Algo chusco faltaba por aquí.






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