"ÓCULUX: Transportador de Almas"

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- ¿En serio? Papá, por favor... ¡No tengo tres años!
- ¡No, no! Lo sé, parece una tontería, pero es muy interesante...¡Fíjate, hasta proyecta las estrellas en el techo!
Rodé los ojos. Mi padre es astrónomo, y me había regalado por mi cumpleaños un proyector de galaxias. No sé si cree que con dieciocho años voy a ponerme a jugar con unas estrellitas en la pared.
Parecía tan ilusionado.... No me gustaba tener que decírselo así pero no quiero que me trate como a un niño pequeño.
Me llamo Max, Maxi Torres. Nos mudamos a Buenos Aires cuando murió el abuelo. Desde entonces vivimos aquí, ahora con mi padre y mi hermana, pero nada es igual ahora que mi madre no está.
Desde que mamá desapareció me mima demasiado, somos lo único que tiene.
Mi madre era la tipica madre de los cuentos de hadas: la madre perfecta, bella, buena, dulce, encantadora..... Y, como al parecer en la vida no se puede tener todo, un día habia desaparecido. Nunca la volví a ver.
Salí a la calle. Nunca entenderé cómo desapareció mamá. Mi regalo perfecto de cumpleaños sería volverla a ver.
Me dirigí al parque. Tenía la esperanza de no encontrarme con Gabe y los suyos. Eran los matones del barrio. No me soportaban, como yo a ellos.
"Oh, no" pensé. Allí estaban. Traté de dar media vuelta sin ser visto, pero no me fue posible. El pequeñajo del grupo, Gille, que les seguía a todas partes para sentirse protegido, me había localizado:
- ¡Eh, Gabe, fíjate, ahí está el paleto del día!
Todos se giraron. Gabe sonrió siniestramente y crujió los nudillos. Comenzaron a avanzar hacia mi.
- Yo-yo... Gabe, déjame en paz, ya no tienes derecho a pegarme, en serio..- dije intentando parecer mas valiente de lo que me sentía. Lo sé, parezco un cobarde, pero tú enfréntate a ese tipo y después me cuentas.
- ¿Qué, Torres? ¿Con miedito? ¿Quieres llamar a tu mami? ¡Ah, espera! Que la raptaron y la asesinaron, ¿no?
Sentía la sangre hervir en mis venas:
- ¡Nadie.. Se mete.. Con mi madre!-intervine apretando los dientes.
- ¿Ah, no? Espera que piense... Creo que hay alguien que si que lo hace.... ¡Yo!
Todos sus amiguetes se reían con el de su estúpido chiste.
No aguanté más. Me abalancé sobre él y le pegué una patada en la entrepierna, comencé a meterle puñetazos por toda parte de su cara que encontraba. Unos ocho chicos hechos y derechos se lanzaron contra mí y pronto no sabía ni a quien estaba pegando.
De pronto mi cabeza cayó sobre la dura roca. Me comenzó a sangrar la sien, me zumbaba la cabeza.
- De esta no escaparás. dile adiós a este bonito mundo. por que son tus últimos segundos en él. - Horrorizado, vi como sacaba de su bolsillo trasero una pequeña pistola.-Esto -me dieron una torta- para que aprendas. Y esto -otra patada- para que se lo regales a tu puta madre.
No tenía fuerzas para levantarme. Me sentía desvanecer. Quitó el seguro del arma.
Entonces, de la nada, una chica apareció caminando firmemente. Con una fuerza impresionante plantó una bofetada en la cara de Gabe:
- Y esto -imitó con una vocecilla la frase del matón- para que dejes a las personas normales y corrientes en paz, ni que valieses la mitad que ellos.
Gabe, boquiabierto, no reaccionó, y la chica le hizo una llave hasta dejarlo por los suelos. Le sacó el maloliente zapato. Cogió los cordones del calzado y con ellos ató las manazas del chico con gran habilidad y velocidad. Le quitó el calcetín sudado y se lo metió en la boca.
- Ahora, largaos si no queréis lo mismo.
En cero coma, toda la pandilla con su jefe había desaparecido.
La chica me ayudó a levantarme. Me limpió con agua de una botella la sangre medio coagulada.
- ¿Quién... Quién eres?
Ella sonrió. Alzó una mano en forma de despedida. Levemente su figura se aclaro. Entonces me di cuenta de que estaba desapareciendo:
- ¡Eh, espera! ¿Quién eres? ¿A donde vas? ¿Qué.....?
Había desaparecido.
********************
Me tiré en mi cama. Habían pasado dos días desde que la chica misteriosa me había salvado. Después de la pelea del parque me había vuelto a casa. Quería creer que era un sueño, pero allí estaban el zapato y mi herida limpia para demostrar lo contrario.
Suspiré. Bajé de nuevo, al desván. No sabía cómo resolver este misterio.
-¡Maxi, mira, mira lo que he encontrado!
Dani venía corriendo, enseñándome algo que llevaba en las manos.
Daniela es mi hermana menor, tiene ocho años y es un verdadero trasto, a veces ni la soporto.
- ¿Qué pasa, Dani?
- Mira.
Me mostró lo que traía:
Una bola de cristal con un humo azulado, que giraba en espiral en su interior.
- ¿Qué es eso?
- No sé, pero si te fijas, al apretar -sujetó con fuerza la bola- muestra la imagen del parque....
"El parque.... La chica"
- Vamos, Dani
************
Corrieron calle abajo hasta llegar a la plaza.
Pero en ella no estaba quien él esperaba:
Dos hombres, vestidos de gris y fumando un cigarrillo, les miraron con rostro inexpresivo. Como si fueran dos droides comenzaron a moverse hacia ellos:
- Daniela Torres, entréguenos ese objeto en el acto. Daniela Torres, entréguelo.
Ella, por instinto, trató de ocultar la bola.
Detrás de nosotros, una voz gritó:
- ¡No dejéis que la consigan!
Me giré. La misma chica del otro día. Sin darme cuenta de que estaba abandonando a mi hermana corrí hacia ella.
- Ahora no te irás sin contestar mis preguntas -Le agarré por los hombros-. ¿Quién eres?
Ella no contesto. Horrorizada, apuntó a algún lugar a mis espaldas.
Di media vuelta. Los dos hombres habían agarrado a mi hermanita, que gritaba cual una condenada, y la llevaban al interior de una furgoneta gris.
- ¡Daniela!
Corrí tan rápido como pude, pero la furgoneta había arrancado.
Caí sobre el asfalto de rodillas. Se habían llevado a mi hermana.
Sentí una presencia a mis espaldas. La chica apoyó una mano en mi hombro. Le miré. Era bonita, pero no de mi estilo. Su cabellos rubio y ondulado era corto, con un punto rebelde. Tenía ojos grandes y gris verdosos.
Aparentaba unos dieciséis años.
- ¿Qué... Has..... Hecho..?
Ella me miró extrañada. Seguramente tenía los ojos enrojecidos:
- ¡¿ Qué has hecho?! ¡¿Dónde está mi hermana?!
Cada vez parecía mas asustada. Se levantó:
- Yo no soy. Son ellos.
-¡Sí, ya sé que ellos se la han llevado, pero es por tu culpa!
Su semblante se ensombreció.
Su figura comenzó a volverse incorpórea.
- ¡Espera! Lo siento, no he querido decir eso!
Mierda. Había vuelto a desaparecer. Miré a mis pies, desesperado.
Y entonces la vi:
La bola de cristal. Estaba allí, tirada en el suelo. La agarré. Si el precio de esa bola había sido mi hermana, no la perdería a ella también.
********************
- ¡Papá! Ya he vuelto.
- Ahá. ¿Y tu hermana? Habíais ido juntos, ¿No?
- S... Estoo, no, no, ella se quedo en casa con su.... Si, esto, con sus muñecos.
Mi padre me miró receloso.
-¿Qué?-me encogí de hombros.
- Nada. -acto seguido volvió al fregadero y a sus platos.
Subí a toda prisa a mi habitación.
Cogí la bola con ambas manos y esperé.
Una mano se posó en mi espalda.
Me giré, sabiendo de alguna forma quién iba a estar alli.
- Lo siento.... No debí hablarte así. Estoy preocupado por Dani, eso es todo.
La chica se sentó a mi lado.
- Lo sé. Por eso he respondido a tu llamada .
Le miré extrañado. Ella señaló la bola de cristal.
- Es un Óculux. Demuestra a las personas puras el lugar donde está la cosa que más desea.
- Pues, o yo no soy una persona pura, o eso no funciona conmigo. Hizo que se llevaran a mi hermana.
- Pero también te guió hasta mí -le recordó la joven. ¿Qué querría decir?
Entonces despertó en mi una pregunta, formulada en mi interior cientos de veces:
- ¿Quién eres? ¿Y para qué querían esos dos hombres esta bola?
- A lo primero no puedo contestarte con claridad. Sólo te diré que he venido a ayudarte.
- ¿Y lo segundo?
- Lo segundo... No debes saberlo aún. Tú déjate llevar por mi. Debemos encontrarles y evitar que consigan lo que buscan.
- ¿Por qué? ¿Qué pasaría si lo encontrasen?
- Sería.... El fin de la humanidad.
De pronto, unos fuertes golpes a la puerta principal en el piso inferior nos sacaron de nuestros pensamientos.
Bajé corriendo las escaleras. Todo estaba en silencio. Apreté con fuerza el Óculux.
Un golpe a mis espaldas me indicó que la chica había caído, me giré. Así era.
- Oh... No.
Recibí un golpe en la nuca. Eso es lo último que recuerdo.
******************
Despierto. Oigo a mi alrededor el traqueteo de un automóvil. ¿Dónde narices estoy?
Oh, no. ¿Dónde estará ella?
Me levanté con cuidado. La cabeza me daba vueltas.
Al parecer estaba en el interior de un camión. Palpé mis bolsillos. Para mi alivio, allí estaba el Óculux.
Lo apreté con fuerza. Poco a poco, la joven apareció ante mí.
- ¿Dónde estamos? ¿Y a dónde vamos?
- No lo sé, precisamente iba a preguntarte.
El semblante de la chica se oscureció.
- Si tú no eres consciente de a dónde te diriges... Significa que estamos en sus manos. Esconde en donde mejor sepas el Óculux. No tardarán en tratar de quitártelo.
De golpe, la furgoneta frenó. En medio de la oscuridad, la fantasmagórica figura de la mujer me indicó silencio poniendo el dedo indice sobre sus labios y comenzó a desaparecer. Yo, que ya me había acostumbrado y que sabía que podría llamarla en cualquier momento, asentí y esperé.
La parte trasera de la camioneta se abrió, cegándome con una luz repentina venida del exterior. Parpadeé intentando taparme el rostro con la mano. Una mano, helada y férrea, me agarró de la nuca:
- Sal de ahí en el acto, muchacho. Obedece y no intentes nada en absoluto. Recuerda que aún tenemos a tu hermana.
Salté del camión, dejando que me llevasen, sin oponer resistencia. Más de una vez tuve que recordar las palabras del hombre gris; tenían a Dani.
Llegamos a un edificio cuadrado, de piedra pulida, sin ninguna clase de distracción para la vista.
El interior del edificio era igual de aburrido y frío que el exterior, con la diferencia de que había mucho más movimiento; miles de hombres grises, todos iguales, todos idénticos y serios.
Me condujeron ante una celda gigante. Allí, tirada en el suelo, sangrando y herida, estaba Dani sin conocimiento.
Corrí hacia ella:?
- ¡Dani! ¿Estas bien?
Oí una puerta cerrarse tras mí. Demasiado tarde. Corrí hacia la cancela cerrada, comenzando a golpear los barrotes:
- ¡Ey, vosotros! ¡Sacadme de aquí, no sabéis con quien os metéis! -según lo decía me daba cuenta de lo absurdo de mis palabras. Los hombres, sin girarse siquiera, siguieron caminando con sus elegantes trajes y sus interminables cigarrillos.
Frustrado, me deslicé hasta el suelo y, a gatas, me acerqué a mi hermanita:
- Te sacaré de aquí... Te lo juro por mamá.
******************
Llevaba varias horas en una duermevela constante cuando uno de aquellos estúpidos hombres grises se aproximó a la celda. Sin soltar palabra sacó una llave y, poniéndonos unas cadenas, nos condujo por el edificio hasta llegar a una escalinata. Subimos por ella. Pegada a la pared había una puerta de piedra. Enfrente de la puerta, un balcón bajo el que se movían máquinas y hombres grises. Nuestro guía llamó y esperó:
- Adelante.-un voz seca y arrastrada sonó, indicando su consentimiento a nuestro paso.
La puerta se abrió chirriante, dando lugar a un despacho pulcro, ordenado y frío.
Tras un escritorio de piedra maciza, se sentaba un hombre gris. Pero a diferencia de los demás, éste tenía una poblada barba, gris como todo él, parecía mas maduro. cincuenta años, quizá, y unas gafas opacas que cubrían por completo sus ojos.
- Aquí están, mi señor, como usted ordenó.
- Bien, ya podéis marcharos.
Dani seguía medio inconsciente. La puerta se cerró suavemente tras ellos, dejándoles en un ambiente frío e inhóspito.
- Bien, niño, directos al grano. Dame el Óculux.
- No.. No puedo dárselo.
El hombre me miró fijamente.
- Sabes perfectamente que no tienes remedio. Es o la bola o la niña. Tú decides.
De pronto Dani cayó al suelo, sin poder respirar. Se agarraba la garganta, tratando de sacarse algo invisible de encima.
"Ni que estuviéramos en Star Wars".
"Si, pero al menos eso era una película."
"Cállate".
Levanté la mirada, angustiado. ¿Qué hacer?.
El hombre se levantó y comenzó a caminar en círculos:
- Deja que te ayude; ¿Qué ha hecho esa doncella por ti, eh?- me sobresalté. ¿Qué sabía de ella? - ¿Acaso no es más importante tu hermana? Lo único que te ha traído son problemas. El rapto de tu hermana, tu llegada a mi, y, si te descuidas, también en poco tiempo vuestra muerte. ¿Qué mas problemas os puede causar? Yo que tú la abandonaría a su suerte...
- Pero..., ¿Tú no me estás pidiendo el Óculux?
- Oh, pero... ¿Acaso no te ha contado?
- ¿Pues, qué había de contarme?
El hombre me miró, entre divertido y compasivo;
- Pobre iluso.... No deberías confiar en las personas si no sabes sus orígenes....
Yo cada vez estaba mas asustado. Esto no me lo esperaba. Mientras tanto, Dani se iba volviendo poco a poco algo azulada. Tenía que darme prisa.
- Ya basta, si tiene que decirme algo, dígalo ya.
El hombre rió:
- El instrumento que llevas escondido en la bota es, cómo decirlo, la "morada" de tu joven amiga. Entregándome el Óculux, me entregarías su vida.
Vi a mi hermana, volviéndose cada vez más azul. Miré al hombre. Me llevé la mano a la bota y saqué la preciada bola. Pero, cuando ya extendía el Óculux con recelo, un recuerdo me vino a la mente:
Yo, sangrando, tirado en el suelo. Una pistola apuntándome al pecho. Una figura, rápida y segura. "- Ésto..... Para que dejes en paz a las personas normales.... Ni que valieses la mitad que ellos...."
Rápidamente, retiré la mano.
El semblante del hombre se ensombreció:
- Dame la bola, muchacho...
Lentamente retrocedí hacia la puerta. La abrí, sin apartar la mirada del hombre.
- ¿Quieres el Óculux, viejo? ¡Pues corre a por él!
Sin decir más lancé el objeto por el balcón. El hombre, aterrorizado, gritó y salió a toda prisa por las escaleras.
Cuando el hombre se hubo marchado corriendo, miré satisfecho el Óculux, que descansaba en mi mano. ¿Que qué había lanzado? Simplemente una piedra del parque que se había colado en mi bota.
Todo lo rápido que pude, me cargué a Dani en la espalda y salí de allí corriendo. Dani de pronto, jadeó y aspiró con fuerza.
- ¿Qu.... Qué pasa?
Sin preocuparme en contestarla, miré hacia todos los lados, buscando una forma de escapar. Abajo, tras mirar por el balcón, localicé al Papá Noel gris buscando entre la marea de hombres el Óculux inexistente.
Miré al techo. Allí había una viga que cruzaba al otro lado del edificio. Bajaba por una escalera de incendios y terminaba al lado de una puerta. Tal vez pudiéramos salir por ahí.
Con cuidado descargué a mi hermana. Apreté con fuerza la bola y, cuando la chica apareció, expliqué:
- De acuerdo, este es el plan. Tenemos que conseguir llegar hasta esa puerta antes de que los hombres grises nos descubran. Dani, irás tú primero. Si nos descubren, al menos tú estarás a salvo.
Poco a poco, mi pequeña fue avanzando a gatas en la viga. Para no terminar mueeto de angustia, le pregunté a la chica:
- Oye, he arriesgado mi vida y la de mi hermana por tí. Me gustaría saber si nuestra causa vale la pena.
- En eso puedes estar tranquilo, vale la pena.
- No -me situé ante ella y le miré fijamente-. Tienes que contármelo, ya.
Ella suspiró y dijo:
- Como ya sabes, el Óculux muestra a las personas puras el lugar que más desean encontrar, y, además, contiene mi alma. Ellos saben su utilización, pero no son personas limpias . Por ello, para encontrar lo que buscan, deben además tener a alguien que lo busque por ellos. Por eso desean el Óculux mas que a nada, por que, aparte de encontrar su objeto me contiene a mí.
- Y.... ¿Qué es lo que quieren encontrar?
Ella se estremeció.
- El Óptimus Deseus... Un aparato capaz de realizar todos tus deseos.... Si, parece interesante, no? Pues imagínate lo "interesante" que resultará en sus manos.
- Oh... No.
- ¡Eh, vosotros! ¡Frenaos ahí!
"Mierda."
Corrí hacia la viga. Dani ya había cruzado al otro lado, y me hacía señales esquizofrénicas para que me diese prisa.
Cuando llegué a la mitad de la viga me giré: sin darme cuenta, me había dejado el Óculux junto con la joven. Ví que intentaba agarrarlo y no era capaz.
"Doble mierda."
Traté de volver, pero ya era tarde. Uno de los hombres agarró por los brazos a la chica. El otro cogió la bola con cuidado y, tras lanzarme una mirada de odio, se dieron la vuelta y marcharon.
"Tenemos que seguirles"
"Si, eso ya lo sé"
"¡Pues hazlo, en lugar de quedarte ahí parado!"
Velozmente terminé de cruzar la viga. Jadeando, bajé de un salto,
- Venga, vamos.
Bajé el pomo de la puerta. Genial, estaba abierta.
Salimos. La luz del sol nos cegó momentáneamente.
Bajamos por una escalera de incendios y corrimos a ocultarnos tras un árbol.
Medio minuto después, la puerta del garaje se abrió, dando paso a una furgoneta gris idéntica a la que utilizaron al raptarme.
Mientras daba marcha atrás despacio para intentar salir del recinto, vi como mi hermana corría había el vehículo y se agarraba a la baca trasera.
- ¡Dani!
Corrí tras ella y me agarré a mi vez.
- ¿Qué haces?
- ¿No había que seguirles?
- Si, pero...
- Pero nada, si hay que hacerlo, hagámoslo.
Al rato de conducir por un camino de campo, llegamos a una cueva. Salieron del coche. Nos apretujamos, esperando que no nos viesen.
Entraron. Agachándonos les seguimos tratando de no hacer ruido.
El goteo del agua cayendo por las estalactitas me ponía nervioso, y tenía que hacer esfuerzos por no pincharme con las estalagmitas.
Llegamos a un claro. Agilmente nos subimos a un saliente desde el que veríamos todo. Uno de los hombres pegó una patada a nuestra amiga:
- Sigue buscando, niña. -vi a la chica apretar con fuerza la bola.
De pronto, un leve pitido se hizo audible.
En el centro del claro, un pequeño lago se agitaba. Dentro del agua, un broche del tamaño de un espejo de mano borboteaba, llamando mi atención.
- Niña, agárralo. Ya.
Ella se metió poco a poco en el agua. Tiritando, agarró el broche y lo sacó. Un destello le cegó momentáneamente. Al abrir los ojos, a través del broche-espejo vio a Dani hacerle gestos. Asintió y rápidamente lanzó el espejo al saliente en el que nos hallábamos.
- ¡Eh, tú!
Rápidamente la joven cruzó el lago y quedó fuera del alcance de los hombres.
- ¡Rómpelo, Max, y todo habrá acabado!- me gritó.
"Vale.... Hay que romperlo... Una, dos, tres y.. ¡Ya!"
Sin embargo, fuera de mi mente no había roto el broche.
"¿Qué me pasa? Venga, uno dos y ya.
No podía. No era capaz de romperlo.
Unas voces zumbaban en mi cabeza.. Voces sugerentes, malévolas, desesperadas. Querían que yo me uniese a ellas... Que las dominase...
- No... No lo romperé... Seré ..... ¡Seré vuestro dueño y señor!
Una parte de mi cabeza me decía que no era mi destino, que ese no era yo. Pero no hice caso.
Estaba a punto de perder el conocimiento. Vi a la joven mirarme mientras susurraba:
- No desees....
Desafiante, comenzé:
- YO DESEO.....
De pronto, una voz en mi cabeza gritó
- ¡MAAAAAAAAAAAAAAAAAX, NOOOOOOOOOO!
Y supe lo que debía hacer.
Como despertando de un sueño, tiré el broche al suelo. Una niebla se alzó. Los hombres desaparecieron, fundidos como cenizas. Caí inconsciente.
*******************
Desperté en mi cuarto, tapado por varias mantas y con una taza de té en mi mesilla.
A mi lado, mi madre me ponía un paño húmedo en la frente.
- ¿Ma..... Má?
Ella sonrió.
- Si, pequeño. ¿Te duele la espalda?
- No, pero... ¿Qué ha pasado? ¿Y Dani? ¿Por qué estas aquí? ¿Estoy soñando?
Se rió:
-No. No es un sueño. Y tu hermana está bien. En cuanto a qué ha pasado... Verás..
Yo soy la muchacha de el Óculux. Esos hombres me raptaron y encerraron en él para que les encontrase el Óculux. Para ser una doncella pura me encerraron en mi forma virgen: a mis 15 años. Pero yo escapé, haciéndote llegar el Óculux gracias a tu hermana. Rompiendo el Óptimus Deseus has destruido al completo a los hombres grises y mi vinculo con el Óculux... Y ya he vuelto.
- Pero.... Las voces...
- Shh, no te preocupes, eso le pasa a muchos. Nadie se resiste al poder de los deseos... Ahora, tú, tu hermana y papá vamos fuera a tomar un helado. ¿No hace un día estupendo?
Y así fue como recuperé a mi madre.
Aquellos que tengáis familia, cuidadla, por que vale mas que todos los deseos del mundo.
*****************
FIN

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