Confesiones de un corazón asustado

Aquel que lleva tus ojos

¿Como es posible que tus ojos me observen desde sus cuencas? Esas cuencas distantes y ajenas que no hacen más que llenarme de cruel esperanza...

Por fin he llegado, por fin he reído y este títere no ha logrado reconocerme... ¿Cómo permites amado mío que cargue tu mirada?

¿Acaso estás muerto ya?
¿Acaso es posible que deba vivir junto a ese cuerpo inerte que osa mirarme con tus ojos?

Poco a poco pierdo la esperanza y con ello voy muriendo... ¿Es acaso este el destino que nos espera? ¿Lo que el universo en su eterna sabiduría nos depara?

Es un dolor cruel que me enmudece, algo que es mejor no mencionar en voz alta... Cada vez que he intentado llamarte en la oscuridad, las lágrimas cierran mi voz y no puedo luchar contra mis mares...

He llorado a gritos mudos, he esperado siglos para verte... Y ahora tengo tu cuerpo, tu cuerpo inerte cuyos ojos abiertos me atraviesan como espadas...

Supongo que ya nada de esto importa y que nadie entenderá jamás lo que aquí he expresado... Así que me sentaré de nuevo a esperarte bajo el árbol que nos permitió conocernos una vez... Esperando que Dios tenga piedad y te permita respirar una vez más...