Confesiones de un corazón asustado

Dos palabras

Como es posible extrañar algo que tienes al lado? Que convive con tigo respirando el mismo oxígeno?

Es como el canto de cadenas oxidadas añorando convertirse en aves de blanco plumaje y volar lejos en el cielo, separarse de la sangre ajena que las cubre que a la vez es su propia sangre.

¿Cómo es posible añorar el silencio sin decir una sola palabra? Extrañar una caricia con su mano sobre mi rostro...
O extrañar un beso con la humedad de la saliva aún presente sobre mis labios...

Maldito sea el tiempo! Maldito sea el dolor! Que se ha llevado con sigo mis ganas de mirar al sol, porque sé que cuando baje la vista tan sólo he de ver las barras que me retienen en una existencia monótona y vacía.

Maldito sea el viento! Que roza jocoso mi rostro, trayendo el olor de la libertad y la felicidad ajena, para así recordarme mi condena...

Y aún postrada sobre la sangre congelada que emana de mis ojos, y aún en medio de la oscuridad que consume mi pecho maltrecho y roto...

Dos palabras abandonan mis labios, dos palabras crueles y hermosas, dos palabras vacías y llenas, las palabras que los dioses usan para regalarnos felicidad y tortura...
Dos palabras...
Te amo...