Rubén no creía en el amor. Sus padres se habían divorciado y ninguno de los dos lo trataba bien. Nunca había tenido amigos que considerara verdaderos. No le gustaban las demás personas.
Llegó a la pocilga que el portero del edificio hacía llamar departamento y se sentó en el suelo frente a la mesa del living.
Rubén salía de fiesta. Primero era de vez en cuando, después todos los fines de semana.
Organizó los granos de cocaína en tres líneas y los observó por un momento con cara de nada.
Rubén se llevaba mujeres a casa cada vez que salía de fiesta. Les decía mentiras para hacerlas sentir bien consigo mismas, las follaba y luego las echaba de su casa. No las quería.
Se acercó a la mesa con un dedo tapando su fosa nasal derecha. Inhaló con todas sus fuerzas la primera línea.
A veces, cuando se sentía muy solo y no tenía ganas de seducir a ninguna perra, a él le agradaba ir a los burdeles y dejar que las profesionales hicieran todo el trabajo. Le gustaba que las meretrices le halagaran, aunque fuera mentira. Lo hacían sentir querido.
Los muebles empezaron a moverse y a distorsionarse. Las paredes bailaban a su alrededor y toda la habitacion se veía como una pintura de Dalí. El suelo alrededor de sus pies se derretía y todo era de muchos colores brillantes y bonitos.
"No soy adicto" solía repetirse Rubén en su cabeza cuando sentía que la necesidad de consumir se apoderaba de sus órganos y su conciencia. "No soy adicto" le dijo a su madre cuando quiso llevarlo a rehabilitación. "No soy adicto, lo juro".
De un momento a otro, el suelo dejo de gotear, las paredes volvieron a sus lugares, y los muebles se reubicaron en sus puestos. Había aterrizado.
Una fuerte depresión inundó su alma y la tristeza comenzó a correr violentamente por su sangre. Miró las venas en sus brazos. Un horrible pensamiento corrió delante de sus ojos. No. Jamás. Sacudió la cabeza.
El chico era flaco, desgarbado. No comía ni dormía. Era como un cadaver en vida. Tenia grandes ojeras bajo sus verdes ojos y su cabello estaba siempre enmarañado. Tenía labios rosados y brillantes en los que se podía ver un lamento silencioso.
"Más. Quiero más" pensó mientras, desesperadamente, aspiraba la segunda tira. Y otra vez todo se volvió extraño.
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Addiction {rubelangel}
Teen FictionQuería leerlo como un poema. M era un poema. Era un poema y un misterio. M era tantas cosas hermosas...