Rubén abrió los ojos despacio. Le ardían. La luz se colaba por un agujero en las pesadas y oscuras cortinas que cubrían la ventana. El chico se sentó en el suelo y se tildó mirando un punto fijo hasta que se dió cuenta de que las palmas de las manos le dolían y un zumbido incesante taladraba sus oídos. Se miró la mano izquierda mientras se golpeaba la oreja con la derecha. Tenía las marcas de sus uñas y se dijo a si mismo que probablemente había soñado algo malo.
Pero no recordaba qué.
No recordaba nada más que una barbilla y unos labios que no estaba seguro de saber a quién pertenecían. Pero estaba seguro de que aquella persona tenía un perfume peculiar. Dulce, como a ropa recien lavada y mezclado con pimiento y cigarrillos.
Involuntariamente, Rubén se relamió los labios. La evocación de aquella boca pronunciando su nombre penetraba su cerebro y recorría toda su médula en forma de escalofrío. De pronto, recordó aquellas sagradas palabras grabadas en su memoria: 'Tu puedes llamarme M, Rubén'. Era curioso que M fuera la primera letra de 'misterioso', porque eso era M: un misterio.
Rubén pasó un par de horas pensando en cada detalle de M. O de lo poco que había visto de M en aquella oscuridad. Quería verlo más. Quería ver sus ojos otra vez. Quería leerlo como si fuera un poema. M era un poema. Un poema y un misterio. M era tantas cosas hermosas.
El chico se incorporó de un salto y sacudió la cabeza. ¿Qué le pasaba?
Nunca se había sentido así por una persona antes. Y procuraba no hacerlo, el sabía arruinaba todo lo que quería preservar.
Un recuerdo arremetió contra la escasa estabilidad emocional de Rubén.
El era un niño. Los niños rompen cosas. Su padre (le molestaba profundamente ver a aquel hombre como pariente suyo, pero esa era la verdad) volvía de la calle sobrio (por primera vez en mucho tiempo), de mal humor y con unos animales de vidrio, probablemente robados. Se los dió todos a su hijo, pero el dejó caer un precioso y delicado oso polar. Ahora no era polar, ni oso, ni nada. Era un montón de piezas de vidrio rotas. Rubén se preparó para una dolorosa paliza, pero no para aquello que sucedió. Su padre se giró hacia el silenciosa y siniestramente, pero su madre, en segundo plano, casi susurró: 'Por favor, no le hagas nada'. Entonces el hombre se giro hacia ella y le propinó un empujón que hizo que cayera y se golpeara la cabeza muy fuerte. El padre de Rubén, al ver que su esposa había quedado inconsciente, corrió hacia la salida sollozando.
Pero volvió. Siempre volvía. Hizo muchas cosas horribles, pero su madre no se atrevía a dejarlo. Tenía miedo. En esa casa se respiraba el miedo. Se deshicieron de su padre cuando él se suicidó luego de matar a un hombre.
Rubén sabía que su padre sufría de muchos conflictos mentales. Y sabía que se refugiaba en el alcohol. Él no quería ser como su padre, pero parecía que cada vez estaba más cerca de convertirse en el mismo hombre.
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Addiction {rubelangel}
Teen FictionQuería leerlo como un poema. M era un poema. Era un poema y un misterio. M era tantas cosas hermosas...