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Estando en la cocina, Melissa ayudaba a Alicia limpiando las verduras recién traídas del campo, preparaban la comida. Madeleine le había pedido que limpiara la cocina mientras su hija iba por las verduras.
Desde que Melissa había llegado a la casa Cownfort, Madeleine, le había tratado de un modo amigable y respetuoso y de vez en cuando le enseñaba unos cuantos trucos para hacer la comida más rica. Pero hoy fue distinto. Estaba de un humor muy pesado desde el desayuno; Mandona, exigente y malhumorada. Melissa trato de hablar con ella pero esta se negó rotundamente.

Desde entonces todo había sido sombrío y disgustante en la cocina. Ahora se encontrada preparando una agua de Jamaica mientras que Alicia a su lado separaba chicharros buenos de los que se veían fatal.
Se oyó como habrían la puerta y solo Melissa levanto la vista para ver quién era. Era Madeleine y detrás de ella se encontraba Logan. Entraron en silencio y Logan tomó asiento en la mesa en medio de la cocina. La miro. Sus ojos negros se reflejaban en la luz del atardecer haciéndolos parecer más cafés que negros. Melissa aparto la mirada y volvió a su trabajo con el agua.

-Melissa-la llamó Madeleine.- Necesito que vayas a la parte trasera de la casa y traigas manzanas

Madeleine se giró y le entregó a Logan un plato lleno de frijoles

-Pero estoy terminando el agua...
-¡Ahora!-exclamó Madeleine con tono duro.

Apretando los labios, Melissa tomo una canasta que había arriba de la alacena.

-¿Y dónde las encuentro?-preguntó Melissa
-Agh, ¿tengo que explicarte todo?-gruñó

Melissa se mordió el labio y asintió

-Bien

Arrojó el trapo con el que limpiaba la mesa y la miro con desagrado.

-Atrás de la casa hay un árbol junto a la siembra de fresas. Así que corre corre, se hace tarde y quiero esas manzanas en diez minutos.

Con un suspiro, Melissa salió por la puerta trasera de la casa y salió a buscar dicho árbol. <<Creo que me mataré>>pensó. Detrás de la casa habían muchos árboles, puso los ojos en blanco maldiciendo el mal humor de Madeleine y comenzó a buscar el árbol manzano. Habían distintos árboles que daban frutos distintos: limas, limones, naranjas, etc...
Tardó varios minutos en encontrar el árbol correcto, estaba justo (como dijo Madeleine) a una siembra de fresas.

Rápidamente bajo las manzanas más cercanas a ella del árbol. Una vez que recogió las manzanas suficientes se propuso a regresar a la casa cuando un sonido en los árboles llamo su atención. Se giró en redondo un poco asustada y miro con detenimiento cada rincón del bosque.
Nada. No había nada. <<Calmate Melissa>>se dijo a sí misma no muy convencida.
Se volvió a girar cuando otro sonido se escucho.
Melissa dejo la canasta en el suelo y se giró caminando un par de pasos hacia el bosque.
Una figura oscura se movió entre los arbustos. En un principio pensó que era un hombre, pero cuando la figura se asomo entre los arbustos figuro a un niño. Tenía su ropita sucia, un poco rota e iba descalzo.

-Niño, ¿estás bien? ¿Qué haces allí adentro? Es peligroso...
-Venga-le corto el niño suplicante.- Necesito ayuda

Dio la vuelta y corrió adentrándose en el bosque. Si pensarlo siquiera, Melissa corrió detrás de él. Se adentró en el bosque tratando de alcanzar al pequeño, pero corría más rápido que ella. Algo en ella le decía que saliera de allí, que algo malo ocurriría; pero alejo ese pensamiento de si, sacando su instinto protector.
Corrió y corrió, pero no alcanzó al niño; fue disminuyendo el paso poco a poco. Estaba más adentrada en el bosque de lo que quisiera. Miro a su alrededor; todo estaba muy poco iluminado, ya que el atardecer se alejaba y con ella bajaba la noche.

De pronto, escucho un llanto, un chanto de niño. Se giró en redondo. Con ojos desorbitados vio al niño acurrucado junto al tronco de un árbol. Se acercó lentamente.

-Niño, vamos, no es seguro aquí-de acerco lo suficiente y tocó su hombro.

El sollozo del niño se fue convirtiendo en una risa malévola. Instintivamente Melissa apartó la mano. La risa del niño le resultaba de lo más aterrador.
El niño, lentamente y sin dejar de reír, volteo la cabeza hacia Melissa. Con horror, esta miro su rostro por primera vez. Sus dientes cambiaron en filosos colmillos, las comisuras de su boca estaban de oreja a oreja y sus ojos... Sus ojos totalmente azules.

Aterrada, Melissa retrocedió rápidamente tratando de huir, pero fue demasiado tarde. El licántropo se abalanzó sobre ella tirándola al suelo.
Melissa trato de gritar, pero fue silenciada al caer contra el duro suelo, golpeándose la cabeza con fuerza.

Una Vida Después de la Muerte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora